Curso de autoestima 063

Curso de autoestima 63

63. Todo Depende

Autoestima 063- Todo depende – Curso de autoestima – Podcast en iVoox

Nada es verdad, ni es mentira, todo es según el color del cristal con que se mira.

Refrán popular

¿Qué es el tiempo? Debido a las creencias que tengo, confío en que existe una verdad absoluta. Pero me alegra enor­memente saber que en el plano existencial en que nos movemos, sólo existen verdades relativas. Lo anterior lo afirmo con alegría porque es extrema­damente sana la postura de saber lo relativo a nuestros juicios. Mire, cada vez que usted se sienta mal aproveche el poder que tiene una pers­pectiva y pregúntese: ¿Mal? pero ¿con respecto a qué? Ése es el enorme poder de una referencia: que la podemos mover a nuestra propia conve­niencia para mejorar la calidad de nuestras vidas.

Si se siente muy pasado de peso, muy obeso, pues ese «muy» se compara con algo, para ser calificado así. Si considera que sus finanzas son ta­les que lo hacen sentir pobre, pues basta con analizar con quién se está equiparando. Créame algo fundamental: Todo valor depende del refe­rente que tomemos.

Un mismo texto admite un infinito número de interpretaciones.

FRIEDRICH NIETZSCHE

            Filósofo alemán

Las referencias son todas las experiencias que ha registrado en su sistema nervioso; todo aquello que ha visto, escuchado, tocado, probado u olido  y almacenado en el gigantesco archivo de su ce­rebro.  Algunos referentes los recogemos conscientemente y otros de manera inconsciente. Algunos resultan de experiencias que ha tenido uno mismo, mientras que otros consisten en in­formación que se ha aprendido, leído, visto, es­cuchado de los demás; todas sus referencias al igual que sucede con toda experiencia se han vis­to algo distorsionadas, difuminadas y generaliza­das en el momento de registradas en su sistema nervioso. De hecho también tenemos referentes para cosas que nunca han ocurrido: cualquier co­sa que haya imaginado alguna vez también queda almacenada en su cerebro como un recuerdo que puede llegar a funcionar como referencia. Mu­chas de ellas se organizan en su mente para apo­yar creencias, y de aquí la enorme importancia de aquéllas. De paso está decir el concepto que entiendo como creencia: un sentimiento de certi­dumbre acerca de lo que significa algo. Así es como empezamos a tejer «nuestra realidad».

In­sisto, me alegra enormemente compartir con us­ted este concepto. ¿Sabe por qué? Porque en usted radica la gran fuerza para decidir el signifi­cado que tienen las cosas, y lo puede hacer me­diante el uso consciente de sus referentes.

Una gran desgracia en la vida, como darse cuenta de que su pareja le fue infiel, perder a un hijo, padecer una grave enfermedad, haber sido expulsado de una casa de estudios o reprobado en la escuela, etcétera, puede ser vista como cala­midad o como auténtica bendición. Todo depen­de.

Créamelo, por más desdicha que perciba de alguna circunstancia, en usted permanece el pri­vilegio de elegir el parámetro desde el cual mi­raría y, así, calificaría y sentir una auténtica desgracia o sentirse afortunado por la oportuni­dad de mejora que alcanzó a observar en esa si­tuación. Disponemos de referentes suficientes para apoyar cualquier idea que deseemos: tener confianza en nosotros o ser débiles, preocupar­nos por los demás o ser egoístas. La clave para mejorar la calidad de nuestras vidas consiste en expandir las referencias propositivas de que dis­ponemos. Busque conscientemente las situacio­nes que expandan su sentido de importancia y gran valía, conocimientos de quién es y qué grandes obras es capaz de realizar. Organice sus referencias de forma que lo capaciten.

Durante muchos años he conocido a muchas personas que se quejan de grandes decepciones amorosas, conflictos de identidad, depresiones, frustraciones, etcétera. Lo que he podido aprender es que mucha gente siente tener plena certeza de qué le pasa, sin darse cuenta de que lo hace siempre por me­dio de una comparación.

Mi madre, desde que yo era muy pequeño, me decía que eran muy malas las comparaciones; sin embargo, cuando crecí y empecé a. entender más el comportamiento hu­mano, me di cuenta de que una persona siempre emite un juicio, llevando inherentemente una comparación. Es más le aseguro que son más graves que un golpe físico, esto último se le quita rápido, pero las marcas emocionales pueden durar el resto de la vida.

Un juicio es aquella facultad del entendimiento en cuya virtud la persona puede distinguir (comparar) el bien del mal y lo verda­dero de lo falso. Ésa es la definición que nos pro­porciona el diccionario en su primera acepción. Una vez que entendí esto, concluí que si cada vez que hablamos estamos emitiendo un juicio, pues ¡siempre comparamos! Entonces, si toda analo­gía es mala, siempre que hable alguien, está mal. ¿Qué le parece este sofisma? ¿Se imagina si fue­ra verdad? ¡Caray! Yo mismo como conferen­ciante estaría perdido. Entonces aclaremos algo: en definitiva, las comparaciones no son malas, son necesarias para emitir todo juicio de valor.

Pero creo que mi madre (al igual que muchas otras) quiso enseñarme que toda referencia que sirva para valorarnos como inferior a algo o a al­guien, es mala.

La fuerza de una referencia es una auténtica fábrica de nuestras vidas. Con base en ello, ar­mamos opiniones, juicios e, incluso, llegamos a ver algo «como verdad». Por ello, una de las co­sas más valiosas que hacen por nosotros consiste en proporcionamos un sentimiento de certidum­bre. Sin éste viviríamos llenos de dudas y temores. ¿Le perturbaría que de repente, mientras lee esta reflexión, el monitor de su computadora empeza­ra a levitar? O bien, ¿qué pasaría si de repente la lectura que tiene en sus manos se desvanece en el aire y desaparece ante sus ojos? Lo más seguro es que sienta temor y éste aparecería por no dis­poner de ninguna referencia al respecto. No ten­dría ni la menor idea de cómo interpretar lo que eso pudiera significar. ¿Por qué un bebé es capaz de meter la mano en un cenicero y tomar una co­lilla llevándosela a la boca? Lo hace porque «no conoce» ningún referente que le diga que eso es malo para él (por cierto, muchos adultos tampoco han podido llegar a esa conclusión).

Cuando emita un juicio como: «Cada vez que intento algo me sale mal y no lo logro», «todo mundo quiere aprovecharse de mí», ‘el amor duele», «el trabajo es un pesar», «no puedo», «no creo que se fije en mí, no soy muy guapo (o gua­pa), «creo que me veo muy mal vestido», etcéte­ra, recuerde que está mandando un mensaje a su cerebro para que interprete la realidad y haga un mapa del territorio en el cual se moverá. Me agrada mucho usar esta metáfora del «mapa del territorio» para recordarle una verdad que brilla por sí misma: «El mapa no es el territorio», es al­go que usted creó con sus referencias. La progra­mación neurolingüística usa este axioma para hacemos conscientes de que exclusivamente de nosotros dependen la alegría, la dicha, la pasión y el optimismo que percibamos de la vida. O bien, lo contrario es válido, exclusivamente de noso­tros dependen la amargura, la desdicha y la des­gracia que observemos mediante nuestros juicios.

Así, la forma en que utilicemos nuestros referentes determinará cómo nos sintamos, porque el que una cosa sea buena o mala dependerá de con qué se le compare. Reflexionar sobre esta afirmación le ayudará a generar un momento para cre­cer. Hace poco tuve la dicha de recibir un correo que decía algo así:  «Muchas gracias por el material del taller compartido, me da gusto descubrir que exis­ten cosas más importantes que un título nobilia­rio, experiencias más placenteras que recibir un diploma. Hoy, aunque tengo numerosos certificados me he dado cuenta de que no tienen ningún valor comparados con la nueva filosofía que siento estar adquiriendo. ¿Se imagina cómo me sentí?. De todas las palabras que me dijo, la que más me llamó la atención fue «comparado». Ahí se gestó el cambio. Lo único que necesitó nuestro compañero para cambiar fue «conocer nuevas referencias» que le dieran un nuevo significado a su vida. Eso mismo puede pasarle a usted. Se lo garantizo, porque lo mismo me pasó a mí y a todos los que hemos podido pasar por una NUEVA CONCIENCIA.

Nos elevamos mediante nuestro pensamiento, y escalamos apoyándonos en la visión que tenemos de nosotros mismos.

ORISON SWEIT MARDEN Escritor y moralista estadounidense

Hace unos días, recibí una llamada telefónica de una amiga. Me comentaba que se encontraba muy nerviosa porque al día siguiente entraría a un nuevo trabajo. Lo curioso es que ni ella misma sabía por qué estaba nerviosa, simplemente sen­tía estarlo. Entonces recordé un cambio de refe­rencia que le generé a ella misma hace cinco años aproximadamente. En esa ocasión también era domingo. Me habló porque estaba nerviosa ya que al día siguiente entraría en un nuevo semes­tre en su escuela, que tenía fama de ser muy exi­gente con los alumnos. Luego de que la escúcheme permitió opinar y le hablé acerca de la dicha que significa ir a la escuela, le hice ver claramen­te la grandiosa oportunidad que la vida le presen­taba al poder decir «mañana empiezo otro semestre de mis estudios». Al final de su llamada su nerviosismo había desaparecido como por arte de magia y dio paso a un gran entusiasmo por reiniciar sus estudios y convivir en su escuela.

Así, una vez más, creo que se puede repetir la historia. En cuanto termine de escribir esta refle­xión, hablaré con ella y compartiré «nuevas re­ferencias» para que cobre un significado distinto al que tiene el hecho de empezar a trabajar en una empresa desafiante como en la que va a in­gresar.

Quiero hacer una profunda y fortalecedora re­flexión con usted: «La lectura alimenta su mente», la alimenta con referentes. En la vida, no tiene por qué limitarse a sus experiencias personales. Puede tomar prestadas las de otras personas. Desde una época muy temprana de mi existencia, enfoque mi atención sobre quienes tienen éxito en sus vidas y han triunfado, ejerciendo un impacto positivo sobre las vidas de los demás en una forma grandiosa. Así me dediqué a leer biografías de personas sobresa­lientes, también fui un asiduo lector de libros de su­peración personal, he leído centenares de ellos. Entonces descubrí que gran parte de esa NUEVA CONCIENCIA de la que tanto hablo, se gestó en mí tras haber adoptado esos valiosísimos referentes an­te la vida, que personas de éxito han compartido en sus escritos. Utilicé sus referencias como propias y forme la creencia de que yo podía configurar real­mente mi propio destino. El valioso hábito de la lectura nos lleva a pensar de manera muy similar a como lo hace el autor. El poder que proporciona leer un gran libro es pensar como el autor. De aquí podemos inferir la preciada oportunidad que tene­mos para «elegir» lo que leemos. En relación con la lectura, puede deducir el gran daño que ocasiona leer literatura que lo deforme, abata, confunda, hu­mille y haga sentir temeroso y miserable. ¡En usted está la decisión! Sólo en usted radica el enorme po­der para elegir una vida superior o una miserable y vacía, mediante la información que alimente a su cerebro por la lectura que realiza, usted elige entre un gran libro de superación personal o el periódico.

Permítame compartirle otra valiosa transformación de mi vida. Durante años creí que asistir a una obra de teatro era una pérdida de tiempo y de dinero. ¿Por qué? Pues porque las únicas obras de teatro a las que había asistido fueron representadas muy pobremente y a un ritmo muy lento, apenas miserablemente mejor que una pas­torela de una escuela secundaria oficial. Pero, un buen día tuve la fantástica oportunidad de asistir a la puesta en escena de La Bella y la Bestia, el musical de Broadway. Jamás había visto una obra así, nunca había tenido tan majestuoso refe­rente. Desde entonces me he convertido en un adicto al gran teatro; de hecho, vi esa obra 7 ve­ces aquí en México.

Todo lo que nosotros podamos llegar a conocer servirá como parámetro fundamental de referencia para que posteriormente podamos elegir algo mejor.

ALEJANDRO ARlZA Z.

Un referente muy fortalecedor que desarrollé ha­ce años y que me ha ayudado a disfrutar mi vida, fue la idea de que no existen malas experiencias, pase lo que pase; cada experiencia me proporcio­na un valor «siempre y cuando yo lo busque». Si de una experiencia extraigo una idea para escri­bir, o para ayudar a otros, si encuentro alguna distinción que ayude a mejorar la calidad de vida del ser humano, eso me expande y crezco. Lo in­vito a que comparta conmigo esta referencia.

El verdadero éxito es el resultado de un buen juicio. El buen juicio es el resultado de la experiencia, y la experiencia es a menudo el resultado de un mal juicio.

ANTHONY ROBBINS Escritor y conferenciante estadounidense

Una de mis más grandes ilusiones es pensar que ayudo a alguien al escribir este taller. Realmente no tengo manera de darme cuenta de cuantas personas están siguiendo el taller.

 Sin embargo, la experiencia de escribirlas me transporta a la mágica dimensión de imaginar que efectivamente se leen. Si mis re­ferentes quedan plasmados en cada reflexión, en cada artículo y en cada capítulo del taller y pue­den ayudar a otro ser humano a que mejore su calidad de vida y se entusiasme por vivir, si estos referentes hacen que alguien recupere la confianza­ en sí mismo, a que el ser humano sea más humano, entonces, justifico mi existencia en este día. Con la gran ilusión de que esa persona, de que ese alguien especial a quien pueda ayudar sea usted, con esa misma ilusión le agradezco que me dé la oportunidad de entrar en su mente por medio de su lectura y podamos juntos seguir con nuestra… ¡Emoción por existir!