Características básicas de la disidencia consciente

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Características básicas de la disidencia consciente. Por todo lo enunciado, la disidencia consciente ha de ser radical, pacífica, compasiva, creativa, activa, valiente y tierna. Y todo a la vez: al unísono estas siete características básicas, que se exponen a continuación no por orden de prioridad o jerarquía, sino hiladas para su mejor comprensión:

a) Radical

En el sentido estricto de la palabra, esto es, que vaya a la raíz, a los fundamentos; que sea total, rotunda y real. Radical para desconectar cabalmente de los paradigmas, hábitos y mensajes con los que hemos permanecido encadenados al egoísmo, el egotismo, el egocentrismo, el narcisismo, el materialismo, el economicismo, el consumismo, la distracción superficial, el entretenimiento lelo, la frívola ansía de “sentirse bien”, el ensimismamiento, el ensalzamiento de lo trivial, el especismo, el alejamiento de la vida y de la naturaleza. Y radical para ir más allá de la apariencia efímera y perecedera –nuestro pequeño yo físico, emocional y mental y la personalidad a él asociada- y recordar y plasmar en la vida diaria nuestra Esencia divina y eterna y todos los inefables atributos y cualidades que la determinan.

b) Pacífica

La violencia, el ojo por ojo y el suponer que el fin justifica los medios son consustanciales a los falaces sistemas de creencias que, en su vesania, impuso lo viejo. Decimos adiós a la resignación y a la impotencia y asumimos el mando consciente de nuestras vidas. Pero, en paralelo, se acabó la cólera y la rabia, cesó el rencor y la animadversión. En nuestro corazón y en nuestra vida ya no hay sitio para guerras, batallas y contiendas del tipo que sean. Con entusiasmo, bajamos la espada. Y antes de envainarla definitivamente, damos el último tajo: el que sirve para romper las amarras que nos mantenían atados a un mundo que se está auto-destruyendo. Así, apacible y mansamente, iniciamos la travesía por el Océano de la Consciencia que nos guiará a una Nueva Tierra.

c) Compasiva

Para que desde nuestro ser más íntimo y certero irradie pura conmiseración e infinita alegría, sin atisbo de hostilidad, juicio o resentimiento. Y un amor que todo lo abarque, que todo lo llene e ilumine, a cada ser sintiente, a cada forma de vida. Hagamos de la Compasión nuestra exclusiva bandera; y del Amor benevolente y magnánimo, hacia todo y hacia todos, nuestro himno: paciente, servicial, sin alardes, sin interés propio, que no tiene en cuenta el mal recibido, que todo lo disculpa, que todo lo soporta, que se regocija con la verdad y la busca con perseverancia. Ahora vemos como en un espejo, confusamente; llegará el día que veremos cara a cara.

d) Creativa

Que nuestra energía, al completo, se ponga al servicio de lo nuevo, de su creación, de su construcción. Lo que conlleva que nuestras propias vidas -comportamientos, acciones, palabras, emociones, pensamientos…- se transformen y sean en sí mismas la semilla de esa nueva humanidad que anhela nuestro corazón y late en nuestra alma. Ahondaremos en esto inmediatamente.

e) Activa:

Es necesario expandir el discernimiento y comprender que el hecho de que todo tenga su porqué y para qué, con la honda aceptación y paz que implica, ni justifica a los que causan sufrimiento ni conduce a la inacción -a cruzarse de brazos-, sino a la acción. Ahora bien, no a la que surge del pequeño yo antes citado, sino otra muy distinta: una Acción Consciente –y, por lo expuesto, radical, pacífica, compasiva y creativa- que se despliega en el aquí-ahora desde el equilibrio entre la quietud y el movimiento; y entre el silencio interno y la repercusión externa. Nos liberamos de los juicios y brilla el discernimiento que nos impulsa a lo que Gautama Buda llamó la Acción Correcta.

f) Valiente:

Para tener sed de Justicia y trabajar por la Paz sin temor a ser injuriados, calumniados o perseguidos; y asumiendo, como antes se expresó, las consecuencias físicas, materiales y espirituales que esto implique. Quizás, ante el avance imparable de estado policial-digital que se avecina, haya que volver en algún momento, metafóricamente expresado, a las catacumbas de los primeros cristianos, poniendo en valor su legado de disidencia con ejemplaridad de vida y sin violencia, a pasar de la mucha que se desplegó contra ellos. Tampoco debemos preocuparnos ante una tesitura así. Llevamos muchas encarnaciones preparándonos para esta época y sabremos a estar a la altura.

g) Tierna:

La ternura es la llave de la disidencia consciente con la que estamos comprometidos desde nuestro ser verdadero. Dulzura, para vivir sin las barreras emocionales del poder y la obediencia, en todas sus escalas, también la familiar y doméstica. Calidez, para que en nuestro nuevo sendero no existan las irracionalidades que nos llevaron a confundir valor y precio e invisibilizan la auténtica naturaleza de las cosas. Sensibilidad, para, en lugar de competir, dominar y controlar, sentir con el otro lo que provee acompañamiento. Delicadeza, para, en vez de exigir atención e imponer nuestros criterios, escuchar de corazón lo que construye el diálogo, el enriquecimiento mutuo y los puntos de encuentros.

Inocencia consciente, para tender la mano amorosamente a ese otro que fui, soy o seré. Morir a una forma de vida para nacer a otra distinta, situarte en el centro del huracán y sacar lo mejor de ti mismo

En definitiva, la disidencia consciente lleva a cada uno a morir a una forma de vida: la que se está desmoronando, basada en el pequeño yo, con todo lo que conlleva. Y a nacer a otra distinta: la que nos corresponde crear, de instante en instante, desde la práctica cotidiana de lo que realmente Somos. Esta es la única y verdadera re-evolución.

Se trata del “Nacer de Nuevo”, la “Resurrección en Vida”, al que nos invitó y convocó Cristo Jesús: la semilla que a cada cual corresponde poner para recoger, entre todos los que la siembren, la cosecha de la nueva humanidad a la que se viene haciendo mención.

Vivimos en un huracán de magnitud aceleradamente creciente, que se manifiesta es una concatenación de circunstancias distópicas: las que ya conjugamos como pasado, aunque las secuelas de algunas sigan presentes; las que hoy experimentamos; y las que vendrán, que serán más bruscas y densas. Debemos ser conscientes al respecto y, sin miedos, recordar que todo tiene su sentido profundo, también las “noches oscuras”, en clave de la evolución en consciencia de cada persona y de la humanidad. Y no intentar huir de tamaño huracán: primero, porque no es posible, pues su envergadura es global y azota al planeta de punta a punta; y segundo y más trascendente, porque lo que corresponde en consciencia no es salir corriendo, sino situarse en el centro del huracán –donde no hay viento, la temperatura es cálida y los cielos están despejados- y, desde ahí, sacar lo mejor de nosotros mismos para ponerlo al servicio propio y de los demás.

¿Cómo hacerlo exactamente? ¿Qué hacer, en concreto, para Nacer de Nuevo? ¿De qué modo podemos adentrarnos en esa vida distinta? ¿Cómo posicionarnos en el justo centro del huracán y sacar lo mejor de nosotros mismos?

La respuesta a estas preguntas nada tiene ver con la teoría y el conocimiento puramente intelectual, si en eso se queda. Ni con rituales, ceremonias, invocaciones, visualizaciones, ingestión de sustancias, sublimaciones etérico-energéticas y emocionales… Ni con el amplio muestrario de técnicas que nos ofrece el supermercado espiritual y de las que vamos picando para “sentirnos bien” o por mero entretenimiento… No. Nada de esto. Lo que se precisa es mucho más sencillo y directo, aunque exige un verdadero compromiso con nosotros mismos, con los demás y con la vida en su globalidad y unicidad: se trata de un ejercicio consciente en el gimnasio de la vida para que las cualidades y atributos de nuestro auténtico ser se plasmen fehacientemente en cada instante de nuestro día en este plano físico. Es lo que antiguas tradiciones denominaron forjar “El Cielo en la Tierra”.

Por Emilio Carrillo. Sevilla (Andalucía), 26 de abril de 2020

Emilio Carrillo
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