Curso de autoestima 388

Curso de autoestima 388

388. Descubrir Quienes Somos

Autoestima 388. Descubrir Quiénes Somos – Curso de autoestima – Podcast en iVoox

“ La gente no es el problemas, son sus perspectivas”.

Por John C. Maxwell.

¿Cómo vamos a descubrir ese ser que somos?, ¿Cuál es nuestra función esencial en el sendero de la vida? El sendero es un camino de sanación, comunión y conectividad; el sendero es un camino a través del cual vamos tejiendo el plan de la creación que es la ley de la naturaleza.

El sendero es el arte dela expresión genuina de la vida desde el corazón. Es ver la vida como una permanente fusión en la que tú estás conectado a un todo. El sendero es el arte de rescatar la posibilidad de la comunicación desde el centro, es revelar el mundo de la ilusión.

El mundo de la ilusión frecuentemente es el mundo de la enfermedad también, la mayoría de nuestras enfermedades vienen por una falsa identidad. Nosotros creemos que las enfermedades vienen del cuerpo, pero el cuerpo es el instrumento, es el espejo en el que yo me miro, y por más que yo limpie el espejo en el que me miro, no voy a poder mejorar mi imagen. Por más que trabajemos en el cuerpo no vamos a transformarlo, el cuerpo es necesario, es el instrumento para manifestar la conciencia, pero es apenas el instrumento de la conciencia, no es la conciencia. El cuerpo es el canal de la conciencia y nuestra medicina va a ser la medicina de la conciencia. Y esa medicina de la conciencia es una medicina del despertar a la vida. Esa medicina del despertar a la vida es una medicina para despertar al ser que somos. Pero despertar al ser que somos no es tan simple, porque estamos tan confundidos, confundiendo el ser con el poseer y confundiéndonos con lo que no somos, allí está nuestra trampa mortal.

Nosotros creemos que una cosa es verde porque la vemos verde, pero cuando Uds. ven el verde eso es todo menos el verde porque el verde es lo único que no es, es el color que se está reflejando. Cuando yo te miro estoy mirando tu reflejo, tu apariencia y tu máscara, pero no te estoy viendo a ti. Que bello momento seria aquel en que más allá de tus arrugas, color, altura, edad y piel; yo pudiera ver la esencia, el Alma y la cualidad en ti, a ese maestro que hay en tu interior, aquel ser frente al cual yo puedo reverenciar a Dios. Cuando yo te miro a ti, miro a un árbol, a una flor y si lo miro desde la cualidad no puedo menos que ver a Dios en su danza infinita, no puedo menos que ver a Dios en ti. No hay que buscarlo en el templo, en la Iglesia ni en las Sagradas Escrituras, está ahí vivo danzando en ti, sonriendo en ti y llorando en ti.

El Dios que yo puedo reconocer dentro de mí, es el mismo Dios que puedo reconocer también en ti cuando yo reverentemente te escucho, porque tú eres parte de ese programa de la creación y revelas un aspecto en el timbre del Creador, entonces toda nuestra relación cambia de curso. Ya no es la relación de arriba abajo, ni la vertical y horizontal, ni siquiera la de médico a paciente o la de rol a rol, sino es aquella relación más amplia y total que ocurre en todas las dimensiones del ser simultáneamente. Ya no hay cuerpo separado del Alma, ya no hay corazón separado del cuerpo, ya no hay Amor separado del intelecto. Ahora tú y yo somos uno con el universo.

En ese momento somos una totalidad, en ese momento nos integramos, en ese momento sanamos la vida porque entramos en esa reacción de síntesis, que es el agni-yoga, el yoga del fuego, el fuego del Amor que viene, que nace del corazón del hombre. El corazón de Dios en el corazón del hombre. Y ese corazón de Dios es el ritmo, y el ritmo es la base de la vida. Por eso hablamos de las Medicinas Vibracionales, no es porque nos acercamos a una vibración externa que se llama color, sonido o láser, es porque detrás del color, del sonido o del láser estás tú, está tu corazón, está este oscilador eléctrico maestro que te pone en resonancia con los ritmos cósmicos. Y ahí donde yo estoy con mi corazón, o donde tu imagen está en mi corazón; ahí se hace la Luz y el Amor, que son dos agentes del Plan de la Creación. Nosotros nos tenemos primero que desidentificar, para luego identificarnos. Hemos construido un búnker desde el cual es imposible la ternura, hemos construido una fortaleza interna de tal dimensión, que solo logramos sobrevivir, pero ni siquiera ya penetra en nuestro ser, la luz del sol, del sentimiento, de la emoción, del Alma.

Hemos construido un edificio a prueba de todos los temblores que es la personalidad, así que nos hemos fortalecido, autoafirmado, hipertrofiado el ego de tal manera y luchado de tal modo por nuestros territorios, que ahora eso que creíamos que era un territorio para liberarnos, es una triste prisión que vamos soportando en la vida. Nos hemos identificado de tal manera con el cuerpo, que hemos confundido el cuerpo con la vida. Nos hemos identificado de tal manera con el placer que hemos confundido el sentido de la vida con el placer. Nos hemos identificado de tal manera con el poder que hemos creído que el sentido de la vida era el poder. Y súbitamente sin darnos cuenta, invertimos los términos y percibimos que necesitamos poder para darle sentido a la vida.

El verdadero poder no es el del territorio, de los medios de producción o de la información, el verdadero poder es el poder de dar, que es el poder genuino de la conciencia, que tiene asiento en nuestro corazón. De pronto nos pasamos para el otro lado, como el placer no le dio sentido a la vida, entonces nos volvemos masoquistas y cogimos el caballo del placer y le dimos garrote dejándolo escuálido y después nos quejamos de que no tenemos fuerza en la vida, que carecemos de Eros, que no disponemos de esa dinámica infinita de la bestia que en nuestro interior es lo mejor de nosotros; es nuestra amiga, es la seguridad de que podemos llegar a la meta del sendero. Porque un pensamiento sin sentimiento y sin ilusión es un pensamiento muerto, es una cáscara y un cadáver de pensamiento. Porque un sentimiento sin pensamiento es apenas un volcán en erupción que te puede destruir.

Pero si a toda esa fuerza infinita que tienes en el trasfondo de ti, si a toda esa energía que es la fuente del placer, de la sexualidad y del sexo, que es el ritual de la unión en la Creación; tú no renunciaras, tú la aceptaras para ti, tú la aprovecharas para ti. Si tú de pronto, Juan tigre o Juan bestia que va por la selva sintiendo el instinto, sintiendo la fuerza casi del canibalismo que todavía vive en ti, empiezas a huir de esa fuerza, entonces la vida apenas te va alcanzar para yacer exhausto a la vera del camino.

Porque no te puedes negar lo que eres, tú también eres Eros, tú también eres el inconsciente de ese tigre, eres la sombra, eres todas esas cosas en ebullición que hacen parte de la materia prima de la vida, que son los ladrillos para construir más tarde a Logos, para construir un sentido de vivir, para construir una filosofía de la vida. Pero sin esa fuerza oscura, sin ese fundamento, no podrías llegar a ninguna parte.

De pronto te das cuenta que estabas huyendo de tu propia luz, que ibas como cuando uno tiene el Sol a sus espaldas, persiguiendo siempre su propia sombra, y así va detrás de la sombra y confunde la sombra, o sea el cuerpo, el placer y el poder, con la vida y la realidad. Pero por más que persigas la sombra nunca la puedes alcanzar, porque la sombra va siempre a tu propia velocidad. Puedes acelerar toda la vida para conseguir la felicidad desde afuera, pero esa felicidad es la sombra, es la ilusión, es el mundo de la apariencia, es el placer, el poder y Eros sin sentido, porque tú vas detrás de ellos confundiéndolas con el sentido. Y sacrificas todos tus sentidos a ese falso sentido que vas persiguiendo.

Ese es el sendero de la ignorancia, y la ignorancia es la única enfermedad. Todas las enfermedades son hijas de la ignorancia. Si nosotros supiéramos lo que somos andaríamos «enfermos», pero «sanos «, pero no andaríamos, como frecuentemente nos pasa, «sanos» pero terriblemente «enfermos». Se toman las radiografías y la gente está perfectamente bien hecha, yo conozco gente sana con cáncer, gente sana con SIDA, es decir gente responsable y consciente de sí, también conozco gente que nunca ha estado en un hospital, que no tiene necesidad de ir al médico, y que tiene » la perfecta salud » pero es la gente más gravemente enferma que hay en este planeta.

El problema en la salud o en la enfermedad no es de presencias o ausencias, es de integridades, la salud es básicamente integridad. Sanar es rescatar la integridad que es totalidad, es sincronismo, es resonancia mas no es ausencia de enfermedad. No hay ningún ser humano en este planeta que no esté enfermo, la mayoría de nosotros tenemos ya 2, 3 ó 4 enfermedades, cuando en Estados Unidos se hacían estadísticas de enfermedades crónicas, había más enfermos crónicos que habitantes en los Estados Unidos. ¡Es cierto!, es una estadística. Hay casi dos veces más enfermedades crónicas que gente, porque a cada uno de nosotros nos tocan a veces 2, 3, 4 ¡muchas!. Pero el problema no es que nos enfermemos, no es la fricción que la conciencia produce en el cuerpo, si no que nosotros huyamos y no aprendamos del maestro la lección viva del dolor que la tenemos en la enfermedad.

Frecuentemente tú buscas el gurú afuera y a veces la vida te lo manda por dentro con un infarto, es que el gurú no te va a visitar hasta que no despiertes tu corazón. Y si no lo despiertas, entonces lo despierta con el dolor. El dolor es una estrategia preciosa para despertar a la vida. El dolor es una llave a un comportamiento interno de Luz y de Amor. El dolor es una invitación a la humildad, a la vulnerabilidad a reconocer que necesito del otro. El dolor es una pausa forzosa en la vida y cuando no hacemos la pausa, el dolor nos lleva a reflexionar, nos lleva a buscar un sentido de la vida. Entonces el dolor hace parte de ese fuego transmutador que disipa la niebla y nos permite una visión clara. La visión clara no es entrar en samadhi, la visión clara es vivirlo en la vida cotidiana a través del dolor de la vida, en mis lágrimas y en tus lágrimas, cuando no las huyo, cuando no las rechazo, cuando no soy reo de la resistencia y de la ofensividad que genera el dolor en mí; entonces el dolor se revela como una llave sagrada para abrir la puerta de la luz que hay en mí. Así el dolor te muestra otra dimensión de la vida y de la conciencia.

De pronto yo encuentro una persona que vivía en el mundo de la ilusión, él es un artista muy conocido que hace unos 12 años tiene con SIDA, en estado terminal, con el sistema inmune absolutamente destrozado, a punto de morirse ya. Le pregunté ¿y qué te dice el SIDA de tu vida?, Y luego le pregunté ¿y qué te enseña el SIDA, que te está tratando de enseñar? Y luego le pregunté y si aprendieras la lección, ¿qué quisieras hacer de tu vida en este momento?

Fue una sesión de 10 minutos, y luego 2 horas de lágrimas. Ese hombre lleva ya 12 años, de 30 kilos que tenía está en 75, ahora le estoy haciendo un tratamiento para la obesidad porque se está pasando para el otro lado. Empezó a vivir y es un gran artista, pero a vivir la vida no desde el segundo centro, que también es la creatividad en el plan físico, no sólo desde el 5º centro, desde el 5º chakra que es la creatividad en el plano artístico, sino que unió el 2º y el 5º al 4º, es decir que ejecutó toda su creatividad con Amor. Y sus linfocitos T, los TD4, subieron sus recuentos y todo eso, aunque el virus no se ha negativizado; pero le importa un bledo eso, inclusive ya ni se hace exámenes porque entonces le van a mandar.mil cosas y dice que, todos los compañeros con los que consulto, todos ellos ya se murieron, y que él fue el único que no tomo tratamiento.

No significa eso que no vale tomar el tratamiento, esto significa simple y llanamente que hay otro tipo de sanador en nosotros, que hay un lugar en la conciencia del hombre en el que el SIDA es reversible, que hay un lugar de la conciencia donde el cáncer es curable, porque el cáncer es apenas la inscripción en las células de un programa genético del que todos participamos. Pero ese programa genético apenas representa un 1 ó un 5% del riesgo de cáncer, del otro 95% Uds. tienen la llave.

¿Entonces qué es lo que estamos haciendo con nuestra vida?, ¿Cuál es nuestra actitud hacia la vida?, ¿Cuál es nuestro estilo de vida? Y nuestro estilo de vida y nuestra actitud hacia la vida depende de lo que nosotros creemos de nosotros, depende de lo que nosotros, a través de esa creencia en nosotros, creemos que es el mundo. Y esa creencia es salvadora o es mortal, porque esa creencia es la que alimenta o la que termina nuestra integridad, es la que crea esa ruptura en la conectividad y a la que llamamos enfermedad. La primera ruptura en la continuidad es una falsa identidad. Esa identidad que tratamos de conseguir durante tantos años es falsa, porque nos identificamos con el no ser y en estos momentos estamos en un vacío, pero ese vacío es un vórtice creativo, ese caos es el vórtice y el generador de un nuevo orden. Y ese orden no lo tiene que producir el Presidente de México, o la ONU o la OMS, ese orden, ese nuevo orden se está gestando en tu corazón, cuando tú cambias tu visión del mundo, porque has cambiado tu visión de ti mismo. Cuando se transforma tu corazón, cuando puedes sentir el mundo no desde el juicio, no desde del prejuicio, desde el intelecto, sino desde la totalidad del corazón, no para juzgarlo sino para acogerlo y transfórmalo en tu interior, en ese momento estás sembrando la semilla del cambio.

Nosotros ya somos la semilla del nuevo planeta, la semilla del cambio. Y esa semilla no se consigue afuera, con la revolución de la sociedad de México; la ciudad de México tiene toda la polución que tiene porque es nuestro corazón el que tiene la polución. Cuando se acabara la polución del corazón no habría un miligramo de tóxicos envenenando el planeta. Cuando se acabara la polución del corazón no habría ni un solo cohete en el mundo apuntando al corazón de los países.

Cuando se acabara la polución del corazón, no tendríamos que fundir las armas afuera, porque ya tendríamos fundido con fuego líquido del Amor nuestro propio corazón adentro. Sanar la vida para volver a vivir, porque pensábamos que estábamos vivos, pero íbamos sufriendo la vida apenas sobreviviendo, soportando la vida con los ojos así, grandes abiertos, sin saber que aunque tuviéramos los ojos abiertos estábamos roncando adentro. Estábamos profundamente dormidos porque buscábamos afuera la razón de ser, porque buscábamos afuera una pequeña linterna, una pequeña luz, un cocuyo en la noche, sin saber que allí estaba la linterna de nuestro propio corazón, el fuego intenso, el fuego del Amor encendido para transformar la vida. Si tú eres un paciente en esa perspectiva, si tú eres un sanador en esta perspectiva no tienes muchas cosas que hacer, que sepan de esencias florales, de láser, sonido o de física cuántica, a mí no me importa, tú puedes serlo desde la medicina clásica, tú puedes serlo como ama de casa. En esa perspectiva, en esa dinámica todos somos sanadores, porque toda relación humana es terapéutica.

La relación es la esencia de la vida, la religión de la vida es la relación, el altar de la vida es la relación. El templo del Espíritu Santo, del Espíritu de Dios no es un Templo de moléculas, no es un cuerpo físico externo bonito con ciertas pinturas y cuadros y mandalas, es un templo de relaciones, el mandala lo construimos en vivo, el mandala o el mántram de afuera tiene efecto cuando resuena con tu mandala del interior. Y ese mandala interior es la armonía de tu relación. Y esa armonía de tu relación es ante todo la relación contigo.

Nuestro lío es que tratamos de relacionarnos con todo el mundo, pero no nos hemos relacionado con nosotros, somos absolutos desconocidos para nosotros, de pronto hacemos lo que no queremos hacer. Nos vemos sorprendidos por impulsos que ni siquiera sabíamos que en nosotros existían, impulsos tomados clandestinamente, reprimidos tal vez por decenios, tal vez por decenas de vidas, tal vez desde el mismo inconsciente colectivo, yo no lo sabría decir, pero ahí está Juan Tigre, Juan Pez, Juan Salvador Gaviota, todos los Juanes y las Juanas, ahí estaba el arco y estaba la flecha y la dirección, Juana de Arco, todos estaban en ti y solo tendrías que conocerlas.

Y de pronto cuando empiezas a conocerla sabes que tú eres el arco y eres la flecha, pero sobre todo tú eres el blanco. Y que cuando tú das en el blanco de tu propio corazón, cuando ya no tienes los blancos en el placer, el poder, la recompensa. , cuando el arquero no tiene sino el blanco de su corazón, en ese momento siempre da en el blanco. Das en el blanco cuando descubres esa ciencia interior que viene desde el centro, y el centro es el liberador de la ilusión. Siempre que vivas desde el corazón no va a ser posible el espejismo. Siempre que trabajes de corazón no va a ser posible la ilusión, no va a ser posible la confusión.

Te vas a preguntar entonces: ¿esto que yo veo, lo veo con los ojos del corazón?, ¿Esto que yo pienso, lo pienso con el corazón?, recordemos que lo esencial es invisible a los ojos, lo esencial solo lo podemos captar con el ojo del corazón. Y te vas a preguntar: ¿entonces estoy mirando, o estoy viendo?

Mirar es mirar una máscara fuera, es mirar la apariencia. Ver, siempre es tener la visión del corazón descubierto a tus ojos. Y ver en este sentido es amar, y ver es acariciar, cuando yo te miro descubro, pero cuando yo te veo te acaricio, te acaricio con mis ojos, te acaricio con mi corazón. No te proceso, no te juzgo, te digo tú eres parte de mí y yo soy parte de ti, te digo con los ojos velados y expresados a través del sentir de mi corazón, somos uno y en este momento te estoy viendo a ti, no estoy mirando tu apariencia.

Cuando en lugar de oírte te escucho, resueno contigo, te presto mi instrumento para que cantes tu propia música y la oigas y te reconozcas. Cuando dejo que me veas y no que me mires, cuando me desnudo ante ti, cuando yo soy lo que soy, ni mejor ni peor, sino simplemente a ti, soy lo que soy, esa integridad ni más buena ni más mala, ni con más sombra, ni con más luz, ni arriba ni abajo, sino simplemente lo que soy, en ese momento yo soy un cristal transparente, soy un espejo en el que tus ojos se pueden mirar para reconocerme, en el que tu voz se puede reflejar para que tu oigas tu voz.

Todos nosotros somos instrumentos de la relación, la vida te presto a uno y al otro, al paciente, al hijo, al hermano y al papá, para que yo pueda reconocer en el otro mi rol y para pudiera asumir mi rol, y pudiera aprender a través de esa visión lo que del otro se refiere. Cuando en lugar de tocarte o de percibirte yo te siento, yo estoy entrando en contacto con tu totalidad.

El arte de sanar la vida es el arte del contacto. El tacto es el órgano universal de los sentidos. Yo toco todo con todos los sentidos, mis sentidos son instrumentos para tocarte con mi música y para captar tu propia música y para construir una música nueva entre los dos. Entrar en contacto es posible desde el corazón, el corazón es el único órgano de contacto. Es el órgano de la conciencia sensorial, yo te siento con el corazón a través de los ojos, a través del oído, a través del olfato, a través de la caricia pero de todas maneras el mismo común denominador es el corazón.

Entonces hay una pregunta esencial, ¿esto viene de mi corazón?, ¿Estoy escuchando desde el corazón? ¿Estoy hablando de corazón?, ¿Te lo estoy diciendo de corazón? Lo primero que debemos aprender es a actuar de corazón, que es actuar desde el centro. Y cuando empezamos a actuar desde el centro empieza a disiparse la primera gran ilusión.

La ilusión mayor del hombre es el miedo, es el temor. No existe sino un temor, es el temor de ser lo que somos. Es el temor de quitarnos la máscara, es el temor de asumir nuestra propia identidad. Es el temor de ser vulnerables, pero si yo supiera que ser vulnerable a nivel del ser, es mi verdadera fortaleza. Que mi fortaleza está hecha de vulnerabilidad. Que la vulnerabilidad genera humildad, y la humildad es el surco abierto a la semilla del Amor.

Si yo comprendiera esa lección de la vulnerabilidad, y no huyera de mi vulnerabilidad, y comprendiera la lección del miedo, y comprendiera simultáneamente que simplemente el miedo es un fantasma de ilusiones que yo mismo he querido crear, y que el fantasma lo fabrica mi propia fuga, porque sin reacción de fuga no existen fantasmas. Que el fantasma es tan grande como mi temor. La materia prima de mi fantasma es mi temor. Pero vamos por la vida con mil fantasmas que nos acosan y nos impiden ser nosotros mismos, porque el miedo no tiene existencia real, es la primera gran ilusión.

El miedo es un invento terrible, es un invento para dominar, es un invento para poseer, es un invento para esclavizar, torturar, crear dependencia, negar tu libertad, para ofrecerte una libertad externa mientras adentro te ato con las cadenas del miedo, de tal manera que no te tienes que curar, no te sientes seguro con la vida si no vas a asegurar tu cuerpo a una aseguradora. En esa civilización del consumismo, la única oferta del consumo, lo que se nos ofrece en la vida es una seguridad afuera, es una seguridad que compense con otra ilusión nuestro miedo, pero que va a generar un temor mucho más grande, que va a generar un vacío existencial enorme, porque entonces me voy a gastar la vida para pagar los seguros. Me voy a gastar la vida para asegurar el porvenir, y mientras tanto voy invirtiendo lo más sagrado de la vida, el presente, el único instante en el que la vida existe, y la vida únicamente se me convierte en una fuga permanente de la muerte. Y no vivo la vida sino que lucho contra la muerte, huyo de la muerte, y no vivo el presente, sino que aseguro el futuro cargando las cargas pesadas del pasado en mis hombros.

Entonces ¿cómo vamos a salir de ese mundo de la ilusión?, ¿Cómo vamos a salir del mundo de la confusión?.

Primero: comprendiendo que allí donde hay miedo hay una ilusión, y esa ilusión es producto de la confusión.

Segundo: comprendiendo que ese miedo es el origen del 90% de nuestras enfermedades, llámense úlceras, infartos, hiperfagia o neurosis de cualquier tipo, su raíz es el miedo, ese miedo puedes llamarlo de muchas formas, lo puedes llamar odio, porque el odio es amor triste, amor deseado, es ausencia de amor que se convierte en la polaridad contraria, lo puedes llamar agresividad, tal vez no haya nadie más agresivo que el que tiene pavor, el que tiene miedo. El personaje más peligroso es el más temeroso, frecuentemente nuestras máscaras de fortaleza son un refugio de nuestra debilidad interior y de nuestro profundo miedo interior. Muéstrenme la persona más agresiva y yo les podré decir que la persona es víctima de su propio miedo de una manera más violenta, hasta el punto que lo ha llevado a construir esa máscara de agresividad en su vida.

Cuando nosotros aprendemos a leer ese código sabemos que, el que más te critica, te remueve, te agrede, es el que más ayuda necesita. Si lo pudieras traducir en el código del corazón, que no es el código del miedo sino el código del Amor, podrías entender que te está pidiendo ayuda, podrías saber que es el que más ayuda necesita.

Porque el querer al que nos quiere no es ninguna gracia, esto no tiene ningún mérito, esto es el arte de la mutua complacencia; pero querer a aquel que nos saca la chispa, a aquel que nos crea fricción, comprender el mensaje y entender que ese es el Maestro aquel que nos remueve el corazón, aquel que pone a prueba nuestra paz, nuestra tolerancia y Amor; eso es diferente.

Porque hablar de tolerancia cuando estoy en meditación por la mañana y veo los ángeles y arcángeles o me imagino querubines es muy fácil, pero hablar de tolerancia cuando tu mujer está malhumorada, eso ya es otra cosa. Hablar del gurú cuando tú estás pensando en Sai-Baba o el Maestro R que está en la India y tú ves las fotos, es fácil porque tiene una sonrisa y tú le sonríes y la comunicación es a distancia y no es peligrosa. Pero no sabes que te acostaste con tu gurú y que peleaste con él, y que tu gurú tal vez es tu mujer, aquella que te está dando exactamente la lección que en este momento tienes que aprender en la vida. No la vas a aprender en ningún Ashram en la India, la vas a aprender en el Ashram de tu hogar, en los ojos de tu hijo, en vivo y en directo.

Hablar de la filosofía y del Amor en un grupo que te aprecia, que te tiene cariño y que te abraza y que te endiosa es muy fácil, otra cosa es alguien que te conoce en pantaloncitos en la casa y que conoce tus miserias y tu cuerpo y que ha visto tu panza, esto es otra cosa, esto es muy diferente, la tenemos que volver cotidiana, realmente la iniciación es nuestro hogar, es nuestra vida cotidiana. Es aquello que tenemos permanentemente en nosotros, es aquello que vivimos con nuestros semejantes, nuestras relaciones, eso a veces no reconocemos.

De pronto le pedimos a la vida que nos de una gran responsabilidad, y es salvar el planeta. Pero ¡si yo no me salvado a mí mismo!, ¡Si ni siquiera escucho al hijo que está al lado!, ¡Si me quemo la lengua por la mañana y el chocolate no me supo a chocolate porque estaba pensando en la consulta o en el bus que me iba a llevar!. Si yo no vivo en el instante del presente ¿cómo pedirle a la vida que me de una responsabilidad del infinito?. Si yo no cumplo mi deber ¿cómo pido responsabilidades a la vida?. Como pido una responsabilidad mayor, si yo no me sé servir a mí mismo. Si yo no sé poner bonito este cuerpo para el alma, no para el cuerpo; esa es la mujer que se pinta por la mañana porque quiere estar bonita, ese es un poema de la armonía que viene del alma. Ella quiere tener bonito el templo para su interior no para el exterior, no para la apariencia, no para el espejo sino para que otros se miren en su espejo y lo vean bonito, armónico y descubran su propia belleza interior.

Así que salir del mundo de la ilusión, es nuestra principal tarea, eso se llama despertar, y despertar no se puede hacer al margen de la vida cotidiana. Despertar no ocurre ni en la cima de los Amalayas, ni en la cima de los Andes, ni en la mitad del templo, el despertar interno solamente puede ocurrir en el altar de tu corazón. Y despertar puede ocurrir cuando tu descubres tu miedo, cuando revelas tu miedo, cuando te das cuenta que el fantasma del miedo tenía la dimensión de tu carrera y de tu fuga, miras de frente al miedo, te paras y dejas la carrera, y de pronto estas contigo. El miedo más importante es el miedo de nosotros mismos. Y ese miedo de nosotros mismos es aquel que no hemos podido reconocer, se revela muy fácil. Cuando Uds. ven una persona que entra el lunes, exhausto, fatigado, viene de dos días de descanso y el lunes por la mañana es el día en que más cansado está, no tolera a su familia y la vida le parece gris.

Entonces ¿Qué ocurre? Que esa persona, el fin de semana, ha estado en una cadena más acelerada huyendo de sí mismo, porque tiene pavor de la soledad, porque entonces busca matar el tiempo. Lo más terrible que le puede ocurrir a esa persona es tener tiempo, pero ella no se da cuenta. Entonces tiene que matar el tiempo, tiene que inventarse otra cosa, ajena, externa y lejana, con la cual el tiempo se mata. Pero matar el tiempo es matar la vida. Porque el tiempo no es más que movimiento de la conciencia y la vida es la manifestación de tu conciencia, no es otra cosa. Cuando matas el tiempo, matas el presente, matas la vida.

Cuando hablamos que el tiempo es oro, el tiempo es productivo en términos de conciencia, no sólo en términos operativos externos de dinero. El tiempo es la expresión del movimiento de la conciencia, y cuando tú estás en quietud el tiempo se vuelve interior, se para el reloj afuera y el tiempo se vuelve infinito. Y si la quietud fuera perfecta, a ese tiempo lo llamamos eternidad. Eternidad no está en el más allá ni el más acá, sino que es la quietud de la conciencia, ahí es donde habita todo tu potencial. Allí donde hayas aquietado tu conciencia, en ese instante habita tu poder, allí eres todo potencial.

El temor de la soledad es uno de nuestros temores ocultos, que es el temor a estar con nosotros mismos. La soledad es una condición del Alma, y a esa soledad yo le llamo la Edad del Sol; edad de la plena madurez, edad del momento en que yo soy mi propio compañero, edad del momento en que yo me acepto, edad de la interiorización y de la reflexión, sin quietud, sin silencio, sin soledad, no hay autoconocimiento. Sin autoconocimiento lo que existe es ilusión, y desde la ilusión se genera toda la desarmonía en la relación que llevamos con la vida.

¿Cómo ingresar entonces a la Edad del Sol? ¿Cómo ingresar a la soledad? ¿Cómo hacer que nosotros seamos nuestra propia compañía? ¿Cómo mirarte en el espejo de tus propias aguas, y aquietar las aguas de tus emociones y dejar que el Sol de tu mente pase hasta tu cuerpo?. ¿Cómo sanarme interiormente?. ¿Cómo rescatar la integridad?.

Sin soledad no es posible rescatar la integridad interior, la integridad nuestra. Llevemos a la gente a que lleve cada fin de semana unos minutos de soledad. Todos los días son unos minutos de soledad, en que el silencio se observe, en que renuncien a toda la memoria y a todos los condicionamientos y no repita un mantra, simplemente que se llamen por su nombre. Frecuentemente nosotros tenemos un nombre completo o compuesto, llámense por su nombre, llámense Iván, Juan o Juana, empiecen a repetir su nombre, y va a llegar un momento en que al repetir su nombre Uds. entran en contacto con esa conciencia donde habita la madurez, que libera la Edad del Sol en ustedes. Para no aceptar la soledad, nos refugiarnos en un trabajo, el trabajo frecuentemente es una fuga externa, buscamos de una manera desesperada que hacer y cuando no tenemos nada que hacer, entramos en crisis de pánico. Muchas de las crisis de pánico se dan en el fin de semana, cuando la gente no tiene nada que hacer, cuando la vida no está llena de cosas exteriores, como no hay nada interior para darle sentido a la vida, entonces se presenta ese vacío que llamamos la crisis de pánico.

¿Cómo entonces salir de la crisis de pánico? Viviendo la soledad y desafiando el miedo a la soledad. El miedo a la soledad es el miedo a la muerte. El miedo de dormir es el miedo a morir, muchos insomnios son simplemente el miedo de morir. El miedo de la soledad y el miedo de morir es el miedo a la propia identidad, es a perder la falsa identidad, es a que se desnude nuestra máscara. Entonces cuando estamos huyendo de nosotros mismos no podemos estar absolutamente con nadie y obviamente con el paciente tampoco. Hay una cosa muy bella, no existe ninguna relación humana posible, en reacción de fuga. La reacción de fuga es una estrategia evolutiva del sistema límbico. Si a mí me va a morder una fiera escapo, y entro en reacción de fuga. Pero frecuentemente a mí no me va a morder la fiera, y la fiera soy yo y tengo temor de mi propio interior, estoy sentado y estoy en reacción de fuga como si me fuera a morder un tigre, y entonces se me eleva la presión, me da taquicardia, libero noradrenalina, se descuadra absolutamente toda mi fisiología. El tigre no está por ahí por ninguna parte, afuera, el tigre está dentro, el tigre soy yo, tengo miedo del mordisco de mi propia conciencia.

Tengo miedo de la auto-confrontación interior, tengo miedo del Amor porque el Amor no es aquello que te acaricia, es sobre todo aquello que te confronta. Es aquello que te pule, que te hace igual, exactamente igual a ti, que quita tus aristas, tus sombras, que te trasparenta, que te lleva más allá de la apariencia. Entrar entonces en una reacción que vaya más allá de la fuga, es entrar en algo que llamamos la reacción de apertura amorosa. La apertura amorosa es el vínculo común denominador para tener una visión real del mundo, para tener una visión del mundo que nos lleve no a las divisiones sino a la integridad. La apertura amorosa es condición del ritual de desarrollo.

Si eres sanador ó doctor y tienes un paciente con taquicardia no lo trates, si tiene las manos frías y sudorosas no lo trates, abrázalo, escucha, mira porque él va a 1.000 Km, a una velocidad enorme, porque ya está lejos de ti, porque tú crees que lo tienes allí porque tienes su cuerpo, pero su conciencia está muy lejos. Ya se fugó. Si el paciente no encuentra en ti una apertura amorosa, tú no puedes neutralizar la reacción. No existe relación humana sin que haya previamente una relajación, no es posible, sin la paz que crea la relajación, no es posible el intercambio de información. Sin la paz que crea la relajación, es decir, sin que te liberes de la reacción de fuga, de tu miedo interior a la terapia, al terapeuta, a tus propios programas, a tus condicionamientos, sin esa paz es imposible sembrar la semilla de la terapéutica, y la semilla de la terapéutica es esa que entregamos y les dimos como símbolo, esa es la semilla del Amor.

FIN.

Fin de este capítulo.