Curso de autoestima 386

Curso de autoestima 386

386. Cuándo Comienza el Juego.

Autoestima 386. Cuando comienza el Juego – Curso de autoestima – Podcast en iVoox

“El regocijo de la vida puede encontrarse simplemente con ver hacia arriba. Este es un mundo maravilloso….grandes cosas nos esperan a la vuelta de la esquina.”

  Por – Richard M. DeVos

Con todo el rigor del conocimiento de causa, te puedo decir: «Cuidado. Cuando la verdad se esconde, el juego de buscar y encontrar empieza». Ocultar la verdad siempre prepara el terreno para sembrar intriga y chantaje en él, incluso participando en el juego la gente que más quieres, no tan solo aquellos que desean tu mal. Por esto es tan tremendamente poderosa la verdad cuando se dice, arranca de raíz toda posibilidad de intriga y chantaje, elimina todo juego psicológico, desvanece en la nada a quien desea dañar…, así es tan atinada la bíblica afirmación de que «La verdad os hará libres».

        Todas las personas que somos figuras públicas, por ese simple hecho, somos presas fáciles de rumores, chismes y chantajes, modestia aparte soy ya experto en este tema. Pero también gracias a mi trabajo como terapeuta puedo afirmar categóricamente que: «Allá afuera está repleto de gente con patología mental». De hecho, esto lo aprendí de un maestro que tuve cuando cursé la materia de Psiquiatría todavía estando en pregrado, cuando nos dijo estando en el hospital psiquiátrico tomando clase: «La única diferencia de mucha gente de allá afuera y de aquí adentro, es esa, que están afuera. Y no están aquí dentro porque ya no caben». Nunca he olvidado esa atinada frase, y cómo podría si con todo lo que veo y atiendo diariamente lo confirmo. Allá afuera hay mucho dolor engendrado por envidia, mucho coraje engendrado por comparación con quien es feliz, mucho vacío existencial, y ese vacío es tan doloroso, que la gente tiene que hacer algo para evadir ese dolor provocado por su envidia, coraje o vacío y es la prisa por intentar llenarlo fisgoneando en la vida de los demás, vouyeristas emocionales. Gente que no tiene nada, absolutamente nada valioso ni emocionante en sus propias vidas para entonces intentar vivir esa emoción hurgando en la vida de quien es feliz triunfando o descollando. Sin embargo, se junta la comida con el hambre, cuando alguien, sea celebridad o no, incluso alguien cualquiera, oculta una verdad. Ahí nace un debilitante juego. Ahí los otros, los vacíos, se emocionan empezando el juego de buscar y encontrar.

        Insisto, no necesita ser uno alguna celebridad o figura pública, puede ser perfectamente cualquiera que, ocultando una verdad, invite así a buitres para que busquen la carroña con la cual alimentar su emoción en lo oculto del otro. Hoy pensé compartirte esto por dos hechos que acabo de observar y me inspiraron a escribir. Uno con una paciente y otro con un artista.

        El caso de una paciente fue hace algunos días en donde sintió gran angustia y miedo por ser amenazada por su amante. Imagina la escena: una pareja que lleva una hermosa relación  «aparentemente», y luego de un tiempo, mi paciente «despierta» y se da cuenta de los antivalores que vive su hoy ex pareja. Mi paciente se percata, al disminuir el enamoramiento, que está manteniendo económicamente a la otra persona, alguien con franco abuso material sacándole lo más que pueda mientras dura el enamoramiento de la primera. Algo que, luego de un rato de terapia, mi paciente se alcanza a dar cuenta de que su abusiva pareja no tiene culpa alguna del dolor que experimenta. Así se lo hice ver y con cierta dificultad lo comprendió y aceptó.

 Hoy afirmo que una persona abusiva jamás tendrá la culpa de nada. Una miserable persona abusiva (dije miserable, porque en mi experiencia estadística así suelen ser esas personas, vidas miserables) será así y nada más, esa suele ser la naturaleza más auténtica de esa clase de personas. El problema (juego) surge cuando nosotros metemos a nuestra vida a alguien así empezando a comprar el afecto o la actividad sexual que la otra o el otro tan dispuestamente tienen a la tácita venta. Ahí no encuentro ningún abuso por parte del que vende, sino que encuentro tremenda falta de autoestima en quien lo compra, y para colmo, luego dolerse por la negociación. Aquella o aquel no han hecho nada que uno no haya permitido. Y lo dice el afamado refrán: «El indio no tiene la culpa, sino el que lo hizo su compadre», que para el caso, se me antoja ajustar el refrán a este otro: «La abusiva no tiene la culpa, sino quien la hizo su amante».

 Por eso afirmo por experiencia: «Si me engañan una vez, la culpa podría ser tuya, pero si me engañas dos, la culpa es enteramente mía». Pues bien, en el relato de mi paciente, luego de sorprenderse con mi explicación de su propia responsabilidad en permitir que alguien abusivo la use, se llevó otra sorpresa cuando quiso recuperar un valioso bien material que le había prestado a su amante, y ésta le dijo: «Cuidado heee, si me quitas esto, ¡te armo un escándalo con tu esposo! ¡Revelaré la relación que llevas conmigo y verás cómo te va!». ¡Wow! Y se trataba de alguien que le decía: «Te quiero…». Yo creo que esa persona nunca terminó de hablar y se refería a: «Te quiero… sacar todo lo que pueda mientras yo sea la única que sepa tu verdad y a ti te de miedo decirla al mundo. Me das poder, maquillado de afecto, para dominarte mientras ocultes».

Otra sorpresa de mi paciente fue cuando le pregunté: «¿Te gustaría perder todo el miedo y que aquella persona pierda todo poder sobre ti?» «Claro que sí», me dijo. «Di tu verdad a tu mundo, y ahí, en ese preciso instante, la otra persona de desvanecerá como el excremento que se seca y pulveriza llevándoselo el viento para nunca volver a manchar o amenazar tu vida. La verdad te hará libre. El poder no lo tiene aquella persona, nadie, lo tienes enteramente tú. Tu miedo es autoengendrado». Los ojos de mi paciente se exorbitaron.

A todos nos pasa que, cuando despertamos a una Nueva Conciencia, nos asombramos de la tremenda magnitud del poder que tenemos, cuando descubrimos que toda amenaza que se nos profiera, no es más que empoderada por nosotros mismos cuando ocultamos una verdad. Nadie tiene poder sobre nosotros si nosotros mismos no se lo conferimos. Y es sublime, es más que hermoso, ver cómo se desvanece en la nada aquel, aquella o aquello que intentaba dañarnos. Nosotros conservamos siempre el indescriptible poder para desaparecer a quien sea que nos quiera dañar, siempre y cuando caminemos por nuestra verdad con quienes amamos. Es hermoso cuando una pareja ríe en silencio frente a las amenazas de un tercero. Esa risa es consecuencia de comunicarse la verdad. Y con el tiempo, incluso esa risa se desliza a indiferencia. Las hormigas se seguirán creyendo monstruos de cien cabezas, mientras a quien intentan afectar, ya ni cuenta se da de ello. Eso pasa con el tiempo, y con la madurez que brinda una Nueva Conciencia apoyada en la verdad. Mi paciente se transformó.

        Con lo que hoy te comparto no quiero decir que a partir de mañana pongas tus verdades en un periódico mural o en un programa de televisión de alto rating. No es necesario. Basta con que las personas que son importantes para ti sepan tu verdad, para que nada pueda afectarte como amenaza nunca más. Repito, es sublime ver cómo le arrebatamos todo el poder de tajo a alguien que nos quería dañar, tan solo diciendo la verdad a la gente que queremos.

Cuánta frustración se queda en aquella o en aquel, cuando ahí en la verdad, ya nada puede, y es lógico, porque el daño como frecuencia vibracional sólo puede moverse en el terreno de algo similar, en el ocultamiento. Eso fue lo que hice ver a mi paciente. Se fue inmensamente feliz diciendo su verdad. Varios días no dejó de hablarme para decirme lo cuán sorprendida seguía estando por la velocidad en que sus problemas se acabaron y su pareja amante se perdió en la nada. La liberación suele sucederse en un abrir y cerrar de ojos, o incluso, mejor dicho, sólo en un abrir de ojos.

        Muchos seres vacíos tienen urgencia por jugar a las amenazas, críticas y burlas, pero qué sorpresa resulta cuando nos damos cuenta de que nosotros mismos les ponemos el tablero y las fichas del juego para que se diviertan. Y es tan fácil, tan instantáneo, tomar el tablero y las fichas y llevárselas para que jamás ya nadie juegue.

        El caso del artista. Hace unas horas acabo de descubrir el enorme -en verdad enorme- talento para cantar de un joven valor que llegó a mí su noticia. Llegó a la final del aclamado «American Idol» del año pasado y ha vivido todo el glamour y masiva exposición a los medios que tiene cualquiera que llega ahí. Sin duda el chico es extremadamente talentoso. Y por supuesto, los paparazis no se hicieron esperar iniciando un juego de buscar y encontrar datos acerca de la vida muy personal de este chico. Algo extremadamente común en la vida de un famoso. Hoy, yo mismo a estas alturas de mi vida, llegando ya casi a los casi 20 años de estar expuesto al público en general, puedo afirmar: «Piénsalo bien si deseas ser famoso… piénsalo dos veces». La fama siempre pasa su factura. Pero la factura es aún mayor si ocultas algo. Si no, sucederá igual que con mi paciente.

Al decir la verdad, los paparazis y la gigantesca industria del chisme, perderían todo su poder. Pero insisto, gracias a que famosos ocultan ciertas verdades, es que inicia el juego de buscar y encontrar. Sé bien por amistades que tengo en el medio, que la industria del chisme genera miles de millones de dólares anuales con sus revistas especializadas en intrigas y en querer revelar «lo que nadie sabe», sus programas de televisión, sus programas de radio y ciertas personas dedicadas «profesionalmente» a ese juego que se mantiene mientras la verdad se calle. Pero cuando un famoso revela abiertamente la verdad, lógicamente la industria del chisme tiene que voltear a jugar con otro para mantener el negocio, igual que una amante abusiva que descubre que su proveedor ya dijo la verdad y ahora teniendo que ir a buscar otra persona como fuente de abastecimiento. ¿Alcanzas a observar el juego y cuándo empieza, cómo se mantiene y cuándo acaba?

No es necesario ser famoso o ser paciente de un terapeuta. Cualquier persona puede engendrar su juego y cualquier persona tendrá mucha gente que quiera jugar en él. Luego, si el juego se te empieza a hacer insoportable, descubre felizmente que tú puedes ponerle fin a ese juego en un instante, con una poderosísima acción: decir la verdad». Decir la verdad libera. Decir la verdad elimina toda posibilidad de crear lo necesario para un debilitante juego psicológico. Decir la verdad agranda. Decir la verdad da paz. Decir la verdad a quienes son importantes para nosotros crea un privado mundo infranqueable para el mal. Decir nuestra verdad a quienes amamos alza una fortaleza impenetrable donde los de adentro, ahora viendo como hormigas a los monstruos que antes se veían afuera, percibiendo cómo se convierten en polvo de escoria, sonríen pacíficamente al mundo conservando así su… ¡Emoción por existir!

FIN

Fin de este capítulo.