Curso de autoestima 011

Curso de autoestima 11

11. Límites: ¿Hasta Dónde?

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Es un profundo error creer que no hay nada por descubrir; equivale a tomar el horizonte por límite del mundo.

– LEMIERRE

De vez en cuando, usted oirá decir: «Ya no, gracias, he lle­gado a mi límite», en alguna reunión en donde se le ofrece a alguien la cuarta o quinta copa de alcohol. Claro, eso si no se tiene especial gusto por «la cruda» realidad que le puede seguir a la ingesta continua de alcohol. Pero, ¿Qué tal si se tratara de la Copa de la Vida? Supongamos que no se trata de alcohol, sino de Vida. ¿Entonces, existiría un límite? ¿Acaso alguien logra encontrar límites a su propia vida? Pues temo decep­cionado al decirle que ¡sí! Tristemente existen personas que ponen un límite a sus vidas. No crea que me refiero a suicidios literalmente hablando, me refiero a suicidios emocionales. Mire usted, recuerdo alguna ocasión, hace muchos años, en la que iba caminando por un parque cercano a mi casa y alcancé a escuchar cómo una madre le gritaba a su pequeño hijo: «¡cuida­do hijo!, no te emociones tanto, ya no te emociones, recuerda que cuando te emocionas así te enfermas después». ¡Ve lo que le digo! Existe gente que insiste en poner (o ponerse) límites cuando la vida humana es de un potencial ilimitado.

Permítame comentarle algo más. Hace un par de años tuve la dicha de contar en mi vida con un gran suegro, me refiero al papá de mi novia en aquel entonces. Era un viejo fantástico al cual llegué a apreciar mucho. Una ocasión, mi suegro, con franca intensión de ponerme a pensar, me hizo la siguiente pregunta:

  -Contéstame, a fin de cuentas, ¿Qué es lo que te enseñan en todas las universidades, en todas las carreras?

¡Caray!, se me hizo una pregunta muy abierta y demasia­do ambiciosa para tener sólo una respuesta. Recuerdo haberle dicho:

  -Bueno, pero dígame de qué carrera en específico, -a lo que me respondió:

  -No, no. No importa la carrera. ¿Qué es lo que enseñan en todas las escuelas?    insistió.

  -Pues no sé a qué se refiere -contesté.

  -¡Límites!, ¡límites!

Me dejó frío mi suegro con su respuesta. Le confieso que aquella preguntita acabó en una larga charla donde discutimos, dialogamos, aprendimos y demás. Imagínese, todo empezó a la hora de la comida y llegó la hora de la cena y nosotros seguíamos hablando de ese apasionante tema. Creo que en estas líneas resultaría absurdo que le platicara absolutamente todo lo que dialogamos en esa ocasión, pero sí le voy a comentar la conclusión a la que llegamos: «Efectivamente se nos enseñan límites». Ya sea en las universidades de paga, en las de gobier­no o en la universidad de la vida. Esa fue la gran lección que aprendí aquel día. Reflexione en cualquier límite (por no decir «miedos») de su vida y le puedo garantizar que «alguien se lo enseñó» en alguna ocasión de su pasado. Definitivamente fue un aprendizaje. Eso es lo valioso en este proceso de «darse cuenta». Digo que es valioso porque todo lo que aprendemos lo podemos «desaprender». En ese cambio radica la esperanza. A varios de nosotros se nos dijo en más de una ocasión cosas tales como: «tú no puedes…, eso no es para ti…, esto es cosa de grandes…, tú no naciste para esto…, eso es sólo cosa de hombres…, no sueñes…, pon los pies en la tierra…, todo extremo es malo…, todo con medida…» etcétera. Todas estas advertencias, a la mayoría, les llegaron a convencer, y entonces, ¡dejaron de intentar! Empezaron a morir en vida.

En esta ocasión, en este momento para crecer, lo quiero convencer de lo contrario. Dentro de usted radica un auténtico ¡poder sin límites!Sólo necesita darse cuenta. El potencial humano no conoce límites, no existen auténticas barreras, sólo existen aquellas que nos enseñaron y que nosotros terminamos por creer. Como diría el escritor Wayne Dyer, «El cielo es el límite», es decir, nuestro horizonte llega más allá de lo que imaginamos.

Esta es la razón por la que me emociono al estar compar­tiendo con usted este capítulo. Juntos estamos creando un momento para crecer con una nueva autoestima. Todo conocimiento que usted ha adquirido durante estos últimos meses, le deben haber servido para «ampliar su horizonte», para llevarlo a donde no existen los límites, para alcanzar la con­quista de la montaña más importante: ¡usted mismo! Imagínese emocionarse por existir, ¡sin límites para la emoción!

La creación de la riqueza’

Tanto usted como yo hemos crecido y nos hemos enrique­cido espiritualmente. ¿Esta de acuerdo? Ojalá y sí. De eso se trata durante todos nuestros momentos para crecer. Sin embar­go, nosotros no sólo somos espíritu, también tenemos parte de materia. ¿Recuerda el primer capítulo en donde aprendimos la definición de ser humano?.  Un ser humano es aquel ser espiritual con un compo­nente físico o material. Pues bien, no podemos dejar de lado una reflexión importante: ¡También merecemos ser ricos material­mente! No tenga miedo a ser rico. Sé que le puede sonar absur­da mi afirmación cuando digo «No tenga miedo a ser rico», pero lo digo porque es verdad para mucha gente. Aunque todos queremos tener más dinero, y ya que lo tenemos queremos aún más y más, tal parece que en muchas personas existe un pequeño (pero poderoso) límite inconsciente para nuestras finanzas. Hagamos un ejercicio. Si le preguntara a usted: ¿Cuánto dinero le gustaría ganar al mes? Responda…, bien. ¿Y por qué no más? ¿Acaso pasa por su mente la idea de que más sería abuso? De ser así, ¡imagínese! yeso que sólo lo está soñando.

Me he impresionado en mi vida profesional, cuando toco el tema de las finanzas, en el momento en que hago esa pregunta y me doy cuenta de que existen personas mediocres ¡hasta para soñar! He llegado a plantear a algunas personas algo similar a esto: «¿Le gustaría ganar lo mil millones de dólares al mes?» Pues permítame confesar1e que he escucha­do respuestas negativas. En alguna ocasión alguien me respondió: «¡Ay!, eso es mucho. No. No me gustaría ganar esa cantidad, hasta se oye absurda. Además, imagínese la cantidad de problemas que eso me acarrearía». ¿Quéee? ¿Problemas? Bueno, por supuesto que acarrearía problemas, pero estoy seguro que los vería con más tranquilidad y alegría desde su yate privado en alguna bella bahía del mundo.

Uno de los límites que se nos enseñó durante muchos años de nuestra vida fue respecto a la riqueza material. Muchos de nosotros crecimos con la falsa creencia de que ser rico es un pecado. ¿Se acuerda de aquel pasaje bíblico que dice algo así: «Es más fácil que un camello pase por el ojo de una aguja a que un rico entre al reino de Dios»? ¿Qué mensaje le da esto? ¡Caray!, pareciera que ser rico es una desgracia y que ser pobre conviene para entrar al cielo. ¿A poco no lo ha llegado a pen­sar? Ese pensamiento es muy común, sobre todo cuando uno es pobre. Luego se añadieron otras creencias tales como (vea si ha escuchado alguna): «Ya no seas tan ambicioso…, la ambición te va a matar…, ya no seas tan interesado…, ya deja de soñar y ponte a trabajar…, ya deja de estar pensando sólo en el dinero…, no puedes tenerlo todo en la vida…, todo exceso es malo…», etcétera. Pues bien, todo esto ha influenciado para que usted no sea rico (todavía). Recuerde que en más de una ocasión le he enseñado que la mente atrae lo que piensa. Entonces si en nues­tro pensamiento no existe la posibilidad (ni la más remota) de llegar a ser ricos, muy ricos económicamente hablando, tenga la plena certeza de que nunca lo será.

Si a lo anterior le aunamos que nadie nos ha enseñado a manejar nuestras finanzas, a la inmensa mayoría de nosotros nadie nos enseñó a ahorrar, nadie nos ha enseñado cuáles son los instrumentos financieros más adecuados para nuestra etapa evolutiva económica, nadie nos enseñó a invertir, pues entonces ¿cómo queremos llegar a ser ricos sabiendo nada al respecto? He llegado a pensar que puede resultar muy lógica nuestra pobreza, luego de tanta ignorancia, ¿no cree usted?

Otra reflexión más: mucha gente (muchísima) cree que las personas ricas lo son porque así nacieron. He escuchado a cien­tos de personas que han llegado a decir: «fulano es rico porque heredó de su padre una fortuna…, mengano es millonario porque desde siempre lo ha sido…». Entonces, si usted no nació rico tal parece que nunca lo será. Pues eso es ¡falso! He tenido la suerte de conocer millonarios que fueron más que pobres en su infancia, que se las vieron negras al principio (igual que usted, o peor), pero ¡siempre quisieron llegar a tener más, tuvieron confianza en sí mismos y trabajaron duro para lograr­lo! Esa noticia hay que tenerla muy presente si le interesa llegar a tener mucho dinero. ¡Sí se puede! Recuerde: La decisión acompañada de la disciplina obra milagros.

Pues bien, por todo ello he decidido compartir con usted cinco estrategias clave para incrementar su economía, para mejorar su poder adquisitivo, para aprender a ser ricos económicamente hablando. Sin embargo, debo aclarar que los cinco puntos psicológicos que voy a compartir con usted son tema para un largo curso de más de cuatro meses de duración, por lo cual resultaría ilógico que en tan sólo un capítulo usted llegara a dominar el tema y yo lograra explicarle todo. De hecho, yo mismo no me considero un experto en este tema, pero algo de lo que sé y que me ha servido en la vida real para incre­mentar mis finanzas, se lo diré. Todo con la firme esperanza de hacer surgir en usted una gran curiosidad para saber más de este apasionante tema y así invitarlo a que busque y encuentre una gran verdad: no hay límites para usted, una vez que conozca y se decida a actuar.

CLAVE NÚMERO 1: Aprenda a superar la frustración.

Si quiere lograr todo lo que ser propone, si quiere alcanzar todos sus sueños, debe aprender a superar la frustración, ya que ésta es capaz de romper todos los sueños, de convertir una actitud positiva en una negativa, de transformar un estado de poder en otro de debilidad, como sucede demasiadas veces. Voy a atreverme a decirle algo: la clave del éxito es una frustración de mayor cuantía. Fíjese en cualquier éxito importante, y casi siempre observará que el camino hacia el mismo estuvo empe­drado de decepciones tremendas. El que diga lo contrario no sabe nada del éxito. Sólo hay dos clases de hombres: los que superaron la frustración y los que se quedaron esperando supe­rarla. La recompensa de superar la frustración es enorme.

He escuchado frases populares como la siguiente: «La gente rica no sabe lo que es pasar apuros». ¡Falso! La realidad es que quien emprende algo pasa más apuros que nadie; sólo es cuestión de saber enfrentarse a ellos, idear nuevas estrategias, ingeniar nuevas alternativas. No olvide que ser rico no es sólo cuestión de tener dinero, también hay que tener agallas y una gran fortaleza para superar los desafíos que conlleva ser millonario.

CLAVE NÚMERO 2: Aprenda a superar el rechazo. Cuando enseño este concepto en alguno de mis cursos, la fisio­logía de mis oyentes cambia de inmediato en grado muy per­ceptible. ¿Habrá otra palabra en el lenguaje humano que duela más que la simple palabra «no»? Para el que conozca el mundo de la venta, ¿cuál será la diferencia entre ganar 100,000 pesos y ganar 1,500 pesos al mes? La principal: aprender a manejar el rechazo de tal modo que el temor a un «no» no sea obstáculo para la acción. Los mejores vendedores son los que escuchan más negativas.

Piense en algo: ¿Qué sería usted capaz de hacer si supiera (y tuviera la plena certeza) que le es imposible fracasar? Imagínelo. ¿Influiría en su comportamiento? Pues bien, entonces por qué no lo ha hecho. Muy posiblemente por miedo a esa palabrita: «no». Para triunfar usted debe aprender a mane­jar el rechazo y despojarlo de todo su poder.

Una anécdota real: El coronel Sanders, famoso ahora por su multinacional cadena de pollos Kentucky Fried Chicken, un día invento la fórmula de su pollo, salio a la calle y se encontró una persona caminando, la detuvo y le ofreció asociarse con él para abrir un restaurante, imagine la escena, de seguro el peatón pensó que el señor estaba loco, ni se inmuto y siguió su camino, detuvo a la siguiente que paso le ofreció asociarse, y así continuo recibiendo negativas y respuestas desagradables hasta que la persona no. 1009 le dijo: A ver venga, ¿cómo esta eso de la receta?, me interesa. Y así abrieron el primer restaurante. Le hago la pregunta: Si el coronel Sanders recibió 1009 No´s y nunca perdió su convicción de que podía hacer un negocio exitoso. En su lugar usted ¿cuantos No´s hubiera aguantado antes de desistir? ¿30?, ¿10? ó quizá hasta en el primer no, ¿hubiera perdido su sueño?

CLAVE NÚMERO 3: Aprenda a superar la presión financiera.

La presión financiera sólo la desconoce aquel que no tiene dinero ni finanzas de ninguna clase. La presión financiera puede propiciar la codicia, la envidia, el engaño o llegar hasta la locura; puede acabar con su sensibilidad o dejar­lo sin amigos. Pero fíjese que dije «puede» y no que vaya a ser así forzosamente. Superar la presión financiera quiere decir saber tomar y saber dar, saber ganar y saber ahorrar.

Cuando yo empecé a ganar dinero las cosas se me com­plicaron. Tuve menos amigos verdaderos, cada vez me sentí más usado y menos querido en realidad. Súbitamente la gente me empezó a contemplar de otra manera, como si nunca tuviera problemas. De hecho, me llegaron a decir varias veces (y con tono como de burla): «¡Ay!, tú qué problemas puedes tener…, problemas los míos», y cosas por el estilo. Lo que más me daba coraje es que yo sí tenía (y tengo) problemas pero súbitamente, cuando haces mucho dinero, nadie te cree.

Además existe una relación muy curiosa en cuanto uno gana más dinero: en ese momento, en lugar de tener más, irónicamente se gasta más y ¡te falta más! No piense que cuando tenga más, mucho más dinero, se acabarán sus pequeñas deudas. No. Lo que suele suceder es que cambia­rán por otras más grandes, ahora querrá un mejor auto (donde se llevará la sorpresa del pago de impuestos, gasto que no tenía antes), ahora querrá vivir en casa propia y en mejor colonia (donde se sorprenderá con el gasto de impuesto predial y uso de suelo, por no decir del gas, luz, teléfono, celulares, etcétera, que se incrementarán). Por ello, no tener dinero suficiente es otro género de presión financiera. Nos ocurre a muchos. Pero, tenga uno mucho o poco dinero, la presión siempre estará ahí. Por ello hay que aprender a manejada para dejada pasar. Le quiero recomendar un libro para aprender a superar la pre­sión financiera. El libro se llama: El hombre más rico de Babilonia, de Goerge S. Clason. ¿Lo ha leído? En caso afir­mativo, léalo otra vez; de lo contrario, salga a comprar­lo enseguida. Una de las lecciones más impactantes que aprendí de ese magnífico libro es que recomienda que rega­lemos un 5% de todo lo que ganamos. Yo lo he practicado (y en muchas ocasiones me he pasado de ese porcentaje) y he logrado entender que cada vez que uno «saca algo» se ve obli­gado a «devolver algo». Y lo más importante: decide al mundo y a su propio inconsciente que usted tiene más de lo que ne­cesita, y por ello regala. Esa es una creencia muy poderosa y vale la pena fomentar1a. Ahí es cuando se empieza a vivir como vive un rico.

CLAVE NÚMERO 4: Debe aprender a superar la vanidad.

Tanto usted como yo hemos observado a famosos artistas o grandiosos deportistas que después de alcanzar cierto nivel de éxito, se quedan atascados, sin progresar más en su carrera. Eso es porque caen en la autocomplacencia y sienten que «ya la hicieron».

La vanidad es una de las pasiones más desastrosas. Sentirse el «muy, muy» lo llevará tarde o temprano a quedarse «echado». Ahí dejará de progresar, dejará de trabajar, dejará de dar un servicio extraordinario en su trabajo. He sabido de muchas personas que llegaron a amasar grandes fortunas y que, luego de cinco o seis años todo lo perdieron. Reflexione: «Quien no está ocupado en nacer, estará ocupado en morir». El que no sube, baja. Una vez le pidieron a Ray Kroc, fundador de la cadena de restaurantes Mc. Donald’s, un consejo que fuese garantía de una larga vida de éxito, y su contestación fue ésta: «El que está verde, crece; el que está maduro, empieza a pudrirse.»

CLAVE NÚMERO 5: Dé siempre más de lo que espera recibir.

Ésta es la clave más importante para alcanzar la riqueza material y, al mismo tiempo, alcanzar la felicidad. ¿De qué le serviría tener todo el dinero que quiere y amasar grandes fortu­nas si no tiene a nadie con quien compartido? He conocido gente muy rica, muy, muy rica, pero muy triste y frustrada. Es gente que no ha sabido compartir su riqueza y es que ésa es una lección muy difícil de aprender. Comparta sus bienes materia­les y le encontrará más sentido a tener/os, se lo garantizo. Siempre tenga presente lo siguiente: El que alcanza «la cum­bre» solitariamente se queda sin nada que hacer, excepto quizás arrojarse desde ella.

¿Sabe cuál es el mayor engaño del éxito? Creer que es algo que alcanzar, una cúspide a la cual llegar. El éxito es un camino, no una meta. El éxito es un estilo de vida. Si quiere usted triun­far y vivir el potencial ilimitado que yace en usted, si quiere conseguir todos los resultados que se ha propuesto, debe con­cebir al éxito como un proceso, un estilo de ser, un hábito men­tal, una estrategia permanente.

Así, ha llegado el momento de festejar. Hoy, aquí y ahora quiero celebrar con usted aquel lugar dentro de su corazón en donde usted y yo somos uno mismo. Es aquel lugar de plenitud. Es en donde logramos sincronizar con la abundancia. Hace poco aprendí que, al ser verdad que nunca lograremos tener todo lo que nos rodea, entonces la abundancia no es algo que se llega a tener, es aquello con lo cual logramos sintonizar. Ahí aprendí que soy rico, al igual que usted.

Saber que ambos vivimos en la abundancia es otra razón más para que tanto usted como yo mantengamos nuestra…

¡Emoción por Existir!