Curso de autoestima 294

Curso de autoestima 294

294. Del Odio y el Rencor al Perdón.

Autoestima 294- Del odio y el rencor al perdón – Curso de autoestima – Podcast en iVoox

Cuando aprendemos a perdona nos elevamos por encima de quienes nos han ofendido y nuestro acto de perdón pone fin a la desavenencia

  • Wayne Dyer

(Continuación del capítulo Anterior).

Las heridas profundas que sientes, nunca se cerrarán hasta que decidas perdonar; entonces, no depende de la herida, sino de ti. Si este libro tuviera un capítulo que versara sobre la autocuración o la autosanación, sería precisamente éste. Ya veremos por qué.

Hablar acerca del desafiante paso para ir del odio y el rencor hacia el perdón, podría ser tema de un libro entero -de hecho se han escrito varios así- y ésta no es, evidentemente, mi intención aquí. Incluso, quizás aborde el tema un tanto cuanto diferente a como algunos colegas lo vienen exponiendo comúnmente y aprovechando todo lo que hemos estudiado juntos y crecido a lo largo de este libro. Tan sólo mi desarrollo espiritual me ha invitado a reflexionar someramente contigo sobre este desafiante tema por el que todos hemos pasado algún día. Y digo desafiante porque en nuestra dimensión de humanos, cuando nos identificamos con el ego, es él quien se ha ofendido en más de una ocasión y entonces así lo sentimos como personaL Mientras decidas vivir en el lado oscuro, donde se desarrolla plenamente el ego, nunca podrás ver todo loque crees que te han proferido como ofensas y maltrato, nunca ha sido en verdad algo malo; cuando pasas al lado de la luz alcanzas a ver perfectamente todo lo que te ha hecho necesario sucederte para que lograras llegar hasta determinado punto de tu evolución. Es parte del avance.

Detrás de toda ofensa con su desdicha, hay oculta una bendición con su progreso. Muchas veces las ofensas son relámpagos de luz para que logres alcanzar a reconocer de quién se trataba realmente con quien convivías; quizá no veías y se necesitó ese fulgor resplandeciente maquillado de ofensa para que te dieras cuenta de quién se trataba en verdad. Entonces, si es cuestión de súbita claridad, bienvenidas sean ese tipo de ofensas que nos permiten percatamos de la verdad y así poder seguir nuestro camino. Ya dependerá de ti el número de «flashazos» que necesites para ver. A veces tú mismo insistes en no querer ver y entonces las ofensas seguirán una y otra vez. Es como cuando entras a un cuarto oscuro y sientes miedo, pero al prender la luz, te das cuenta de que no hay nada, nada que temer, pero sólo te puedes dar cuenta si tú también tenías los ojos bien abiertos mientras tanto.

El ego se ha acostumbrado tanto a sufrir por afirmar sin ninguna duda que se le maltrata cuando no lo merece, que se le olvida cuando no se le da el reconocimiento que cree adecuado, cuando se le dice algo que no esperaba escuchar, cuando se le trata en forma indigna -según él-, etc., que a miles de personas ya les gustó vivir así. Esto es una de las más grandes ironías que he visto en esta vida. La escritora, Caroline Myss, en su libro La Medicina de la Energía, expresa un término acuñado por ella misma llamado «Heridalogía», donde explica ampliamente cómo las personas se llegan a identificar tanto con sus propias heridas (su ego lastimado) que se empiezan a definir con ellas. Cada vez que ella les preguntaba a determinadas personas cómo se llamaban, antes de responder con su nombre se adelantaban presentándose con otra identidad, por ejemplo: » … yo soy la divorciada, yo soy el alcohólico y drogadicto, yo soy la dejada, yo soy el enfermo, yo soy el despedido, yo soy el desempleado, yo soy la abandonada, yo soy la víctima del incesto, soy la golpeada, soy el que tiene que mantener a una familia de zánganos, yo soy el del problema que le dije aquel día», y mil etcéteras más. Yo mismo he constatado fehacientemente en mis conferencias y cursos que una abrumadora cantidad de personas gusta de presentarse así a ellas mismas, incluso antes de decir su nombre. Increíble, pero me consta. La herida ya la hicieron parte de sí mismos. El ego ya los absorbió.

Desde que noté esta costumbre en muchas personas me he convencido de que cuando nos definimos mediante nuestras heridas (nuestro ego lastimado), perdemos nuestra energía física y espiritual hasta correr el riesgo de enfermamos por lo mismo. Por otro lado sé perfectamente bien de las bondades y del valor terapéutico que conlleva expresar ciertos traumas, pero a lo que me refiero aquí es a la confusión de llevar esta sana catarsis a la necesidad y el derecho de manipular a otros con las heridas (el control del ego). Me he llevado la sorpresa de que hoy en día algunas personas lucen sus heridas más profundas como medallas de gran valor y distinción. Hasta ese punto puede llegar el ego.

Todo este apartado de esta serie de capítulos podría ser resumido en una línea: El que no perdona, sufre; el que perdona, vive en paz. Punto final.

Pero no, creo que vale la pena reflexionar más para comprender y aquilatar el bendito valor del perdón y la enorme dicha de tenerlo como opción, para que quizá, con suerte, mis palabras sincronicen con tu vida y te ayude a elegir esta opción si es que tu corazón la necesita. Hay ciertos conocimientos del desarrollo humano en la medicina y psicología actual tremendamente reveladores, como cuando el dolor se convierte en un factor indispensable para mantenerse unidos y necesitarse mutuamente, donde la curación constituye una amenaza para ese lazo. Personas que ya se acostumbraron a tomarse de la mano en el lado oscuro y no tienen ni la más mínima curiosidad de conocer la más hermosa unión que en verdad se sucede en el lado de la luz. Quizá por ello miles de personas no quieren dejar de sufrir porque creen que perderían a quien vela por ellos en pos de su cuidado. Si se resuelve un problema, de inmediato surge otro y así sucesivamente. Por ejemplo, las personas para quienes un grupo de apoyo se ha convertido en una parte importante de su vida social, desean naturalmente continuar formando parte del mismo indefinidamente. Ya no se trata de resolver el problema, sino de la angustia de separación. He visto así a decenas de pacientes que no quieren nunca dejar AA, Neuróticos Anónimos, Comedores Compulsivos Anónimos o cualquier grupo similar. Pero debido a que el criterio implícito para seguir siendo miembro del grupo es que se debe necesitar continuamente su apoyo, es preciso aceptar el mensaje no explícito que el grupo transmite: «No te cures». En otras terapias terapia a muchos de ellos se les he presentado otra opción, explicándoles el desgaste energético vital que permiten cuando permanecen indefinidamente en esos grupos. Muchos de ellos prefirieron dejar la opción que les presenté y continuar en sus grupos.

Para comprender las peligrosas implicaciones de vivir odiando y sintiendo rencor, me gustaría en primer lugar examinar la naturaleza de la energía que le da vida a nuestro ser aquí en la Tierra. Cada uno de nosotros posee miles de circuitos de energía conectados entre sí, de tal forma que varias culturas del mundo afirman reconocerlos como el aliento divino de vida que late en cada uno de nosotros. Lo que los indios llaman prana y los chinos chi o ki, los cristianos gracia o Espíritu Santo, los securalistasjuerza vital. Independientemente de la denominación, podemos pensar que esta energía penetra en nosotros desde el universo mismo, desde Dios o desde el Tao y, a medida que fluye a través de nosotros, nos proporciona la fuerza de vida que necesitamos para alimentar nuestro cuerpo, nuestra mente y nuestras emociones, incluso para damos la fuerza de manejar y sabemos llevar con el mundo exterior. Todo en nuestra vida, todo, requiere de esa energía. Pero aunque esta energía se provee para todos, absolutamente todos -como cuando «Dios hace salir el sol sobre malos y buenos, y manda lluvia sobre justos e injustos» (Mateo 5, 45)-, nos reservamos el poder de maximizar o minimizar nuestra cantidad de energía y el uso que hacemos de ella. Por ello quien vive en el odio y el rencor, bloquea con tremenda fuerza este flujo de energía demostrado desde hace miles de años en la antigüedad, y con frecuencia son personas que expresan «M siento morir de rabia». Y así es. Literalmente. Su chi, su fuerza vital, la disminuyen ellos mismos mediante sus pensamientos de odio y rencor. Enferman con suma facilidad por lo mismo. El seguir aferrado a los acontecimientos negativos de nuestro pasado resulta caro, prohibiiivamente caro. Sería como tratar de mantener vivos a los muertos exigiendo una tremenda cantidad de energía para ese absurdo.

La megatendencia actual es la búsqueda de soluciones mediante la medicina alternativa, y mucha gente que ve debilitada su energía la busca incrementar mediante el reiki, las flores de Bach, la aromaterapia, la acupuntura, el tai-chi, el yoga, la meditación, la oración, la cristaloterapia, la medicina de los Budas, y un sinfín de modas más. No estoy en desacuerdo con ninguna de estas opciones (de hecho no estoy en desacuerdo con nada), tan sólo quiero ser claro en mi postura: nada de esto sirve si no decides perdonar. Mucha gente cree que mediante estas disciplinas se ayudará a perdonar, pero yo creo que es al revés, una vez que perdones estas disciplinas podrán ayudarte. De lo contrario sería como tratar de llenar con todo tipo de líquidos un estanque que en el fondo siempre está derramándolos a través de una fuga autogenerada. Creo que la única forma de modificar ese esquema que muchas personas han adoptado de vivir en el odio y el rencor, es liberándonos de la carga del pasado, saldando una posible deuda energética que ya no podemos liquidar. El perdón es el único medio de conseguirlo.

El perdón no significa restarle importancia a lo ocurrido o decir que no importa lo que haya pasado. Significa libramos de un pensamiento debilitante y muy propio, acompañado de sentimientos negativos también muy propios que mantenemos sobre algún hecho o alguna persona que percibimos nos ofendió. El perdón es un poderoso fenómeno personal, es un poderoso bien administrado, mediante el perdón tú te haces un tremendo bien a ti mismo. Nada, pero nada, tiene que ver con la persona o con los hechos que nos ofendieron (a nuestro ego). Mediante el conocimiento espiritual es que esto se logra fácilmente. Pero para quien se mantiene con su identidad adosada al ego, este planteamiento incluso le resulta absurdo. ¿Cómo separar a la persona o sus actos de nuestros pensamientos y emociones? ¡Imposible! -diría el ego en todo momento-. Pero tu espíritu sabe que sí son perfectamente escindibles, y si tu espíritu lo sabe y lo puede, entonces tú también.

La energía divina no penetrará en ti si no estás dispuesto a perdonar y seguir adelante con tu vida. Punto. Por ello es tan importante liberarse! (¡del ego!). Y sólo en el perdón hay libertad. En mi caso personal te puedo jurar que nunca hubiera podido darme cuenta de todo lo que he escrito si no hubiera decidido en algún momento de mi camino perdonar totalmente. Por supuesto que no he olvidado algunas cosas, pero perdonadas están todas. Hasta hace algunos años afirmaba que perdonar es olvidar. Hoy sé que no necesariamente. Perdonar es dejar ir el dolor independientemente de recordar el acontecimiento o no. Sí se pueden ambas cosas. Vamos, si me permites jugar con las palabras, el recuerdo es la memoria de los hechos con su sed de aprendizaje para lograr avanzar a la luz, mientras que el rencor es la memoria de la ofensa con su sed de venganza para lograr retroceder a la oscuridad. Como ves, son cosas muy distintas.

Libérate. El perdón posee un valor extraordinario para ello, aunque liberarse del dolor, del odio y del rencor no es lo único de lo que uno se debe liberar; incluso para tu sorpresa (o la de tu ego), muchas veces hasta hay que aprender a liberarse de cosas placenteras. ¿Te explico? Fue placentero haber tenido 20 años de edad, y quizá todavía no has logrado liberarte del hecho de que ya no los tienes. Quizá no puedas liberarte del recuerdo de tu aspecto juvenil o de tus dotes físicas o de tu agilidad mental. Fue placentero quizá tener una gran casa y autos pero que por tus nuevas condiciones económicas te debes liberar de ellos o, de lo contrario, ellos te atraparán asfixiándote sin saber quién es dueño de quién. Fue útil y placentero tener varias tarjetas de crédito, pero puede llegar un momento en que por salud te conviene liberarte de ellas. Todo esto tan sólo por citarte algunos ejemplos. Si no logras la liberación, esta incapacidad es otra forma en que el ego nos hace malgastar energía en el pasado. Uno de los colaboradores que trabajaron conmigo en mi empresa, nunca quiso crecer más allá de los 21 años aproximadamente aunque llegaba cerca de los 40, y lo decía abiertamente y con orgullo: » … yo me quedé en los veintes». Y sí, así fue siempre, con todo el egocentrismo de esa etapa y las nefastas consecuencias por la evasión de la realidad. Millones de cirugías plásticas son otra muestra de aferrarse al pasado y no poder desprenderse del mismo sin poder así llegar a su aquí y ahora, ese lugar donde uno se encuentra con Dios. Y miles de personas no lo saben.

En mi consulta he podido ver con todo el rigor de la evidencia el sufrimiento de alguien cuando se le dijo en alguna incipiente etapa de su vida: “Tú nunca harás nada bueno”, “no sirves para nada”, o frases aún más fuertes que por prudencia no expreso aquí. Personas que en cuya infancia recibieron un brevísimo mensaje con duración menor a los tres segundos por parte de alguna figura importante para ellos, Y si alguien está dominado durante toda su vida por un evento que duró menos de tres segundos al no decidir perdonar y liberarse, ¿tú crees que una persona así sea capaz de crear su propia realidad mediante la fuerza de sus propios pensamientos positivos y lograr ser más espiritual? Yo no creo. Te quiero preguntar algo: ¿Cómo piensas distribuir tu pena, tu chi, tu ki, el Espíritu Santo dentro de ti? Pues tal como lo distribuyas así permanecerá en ti. Ya estás informado. Ahora espero que actúes en consecuencia. Te estoy invitando a una Nueva Conciencia literalmemte, te estoy invitando a un cambio radical pero sublime de ver la vida. No lo hagas poco a poco, decide dar el cambio totalmente ¡ya! Si en el fondo de tu corazón lo deseas fervientemente, te será tan fácil como chasquear los dedos. Un instante de decisión puede obrar un milagro. Si sólo deseas cambiar pero decides mantener un poco de tu antigua vida donde hay pequeños odios y rencores, eso sólo te generará dolor y frustración. Si hay algo frustrante es saber y al mismo tiempo no actuar.

Estoy seguro de que a estas alturas del tema ya detectas perfectamente a tu ego cuando te quiere tender sus trampas. Si recuerdas, desde los capítulos iniciales de nuestro libro te dije que el ego se ofende con facilidad, tanta, que hasta te enferma. La velocidad vibratoria de un cuerpo cuando su dueño no decide perdonar es muy lenta, y en esas frecuencias tan bajas es fácil enfermar y atraer incluso más desdichas en tu vida. Si decides perdonar, se sucede automáticamente un tipo de curación, de autosanación. Al perdonar, todas las células de tu cuerpo entran a un campo de energía de vibración mucho más alta y con ello las enfermedades desaparecen, en muchas ocasiones como por arte de magia. Esa sensación de liberación al perdonar no es tan sólo un fenómeno que se circunscribe al terreno emocional, no, va más allá y afecta directamente a tu físico revitalizándolo y teniendo un sistema inmunológico mucho más eficiente. El ego siempre te querrá convencer de que el odio y el rencor son lógicas consecuencias de lo que te hicieron y hasta existe cierto merecimiento en experimentarlos; incluso, para que «no te vuelvas a dejar». El ego, mediante esta trampa, te mantiene separado, te aísla, divide, forma bandos. Es hermosa la manera en que Shakespeare nos ilustra sobre esta terrible dinámica en su «Romeo y Julieta» con la imposibilidad de unir a los Capuleto y a los Montesco incluso por generaciones.

Tal vez por ello, San Francisco de Asís nos invita a pensar que si existe algún problema, algún odio o rencor, no se trata de otra cosa más que de la conciencia de separación que tenemos entre nosotros, hacia Dios. Nos sentimos separados de Él, de todo (visión de nuestro ego). Pero cuando decidimos hacer conciencia de nuestra total y continua fusión con Dios, con todo y todos (visión de nuestro espíritu), resulta simplemente imposible el daño, el odio o el rencor. Al hacer conciencia de que estamos constantemente unidos a esa energía superior que muchos ya identificamos como Dios, en esa dimensión se vibra tan alto que el perdón se sucede en automático. Se te caen las ofensas, se te desprenden los rencores como hojas otoñales. Hoy sé que esto que te digo es verdad. Y tan lo sé que te invito a vivido con plena conciencia de su existencia. Si alguien te dice que hay que hacer un gran esfuerzo para perdonar, tanto, que hasta resulta conveniente pedide a Dios su ayuda, no le creas. El verdadero éxito en la vida, libre de odio y rencor, se sucede sin el más mínimo esfuerzo. Simplemente se sucede al momento de darte cuenta. No hay esfuerzos. Mientras no te des cuenta de ello, vivirás con ciertos …

Ejemplos de comportamientos en el lado oscuro

•        Sed de justicia. Tu ego siempre tendrá como un as bajo la manga el poderoso argumento de que «por justicia» las cosas no se pueden quedar como están. Hay que actuar para no dar la imagen de un débil o de un tonto. ¡Imagínate nada másl Aparte de ofendido y dañado, auméntale la imagen de tonto y débil. ¡Esto no se puede quedar así! Ésa es la forma en que siempre tratará tu ego de dominarte para hacer justicia. A tu espíritu todo esto le tiene sin cuidado. Tu espíritu sabe que la justicia es el maquillaje de la venganza. Tu espíritu no busca ninguno de estos dos sinónimos. En cambio tu ego sería capaz hasta de buscar a un abogado. Mi peor experiencia en la vida fue cuando contraté abogados para meter a la cárcel a un cercano colaborador quien me robó abiertamente en mi despacho, no sólo me robó una enorme cantidad de dinero, sino que me dejó una deuda muy alta con el gobierno. Toda esa cantidad de dinero robada no se comparó con el daño moral que yo sentí. Mi «amigo» se había escapado. Contrate un despacho de abogados, a ellos no les interesa la verdad, les interesa defender a su cliente, aunque la verdad estuviera evidenciada por lo contrario. La mentalidad de un abogado penalista, por ejemplo, es decide a su cliente: » … mi trabajo es demostrar que tú no tuviste la culpa, aunque claramente sepamos que no fue así». Hoy creo que si hay algo tremendamente deplorable y deleznable en todos los sentidos es que un ser pueda llegar a ese ínfimo nivel de conciencia. Y ahí estaba yo, dando pasos fuertes y decididos por hacer justicia, tenía todas las evidencias para meterlo a la cárcel con una facilidad abrumadora. Varios familiares míos, cuando se enteraron, festejaban el aplastar como a una mosca a quien me hizo tanto daño. Muchos amigos esperaban el rotundo final de esta historia para sentirse bien luego de tanto dolor que hasta ellos sentían por mí. Horas, tan sólo horas antes de tomar las medidas necesarias para meter a prisión a un joven delincuente, en una noche mientras dormía, con todo «el éxito» garantizado de mi parte, tuve una revelación. Yo sentí que alguien me dijo aquella noche: «Esa persona a la que sin duda podrás meter a prisión, fue alguien a quien estimaste con todo tu corazón como tu amigo. Te mintió todo el tiempo en los últimos cuatro años de tu relación con él, incluso te lo dijo con sus propias palabras -y sí, así me lo afirmó antes de irse de viaje, sorprendentemente-, pero hoy, aquí y ahora, se te está planteando lo que bien podría ser tu verdadero examen en tu Nueva Conciencia. ¿Estarías dispuesto a perdonado? ¿Estarías dispuesto a echar todo marcha atrás cuando ya lo tienes tan avanzado al 99.9% con la justicia a tu favor? Dictar conferencias donde dices que la mayor manifestación del amor es el perdón resulta muy fácil. Hablar es fácil. ¿Podrías ser congruente con tu filosofía y perdonar algo así por el simple hecho de que en un momento de tu vida quisiste tanto a esta persona?» Siendo las dos de la madrugada, tomé el teléfono y le hablé a mi abogado para decide que detuviera todo y canceláramos absolutamente todos los procesos que llegarían a su término al amanecer. Mi abogado me preguntó si me sentía bien. Le dije que a partir de ese instante me sentía mejor que nunca. Cuando se enteraron todos mis familiares y amigos, más de uno de ellos no me bajaron de tonto. » … ¡Pero si tenías todas las de ganar! A ese sujeto hay que hundido». Eran el tipo de comentarios que escuché durante varios días. Fue cuestión de un momento -con duración menor a un minuto- en que tomé la determinación de perdonar y enviade mi amor a donde quiera que se encontrara mi amigo. Lo sentí mucho por él. La justicia humana es el maquillaje de la venganza y para ello no había cabida en mi corazón. Desde un principio en e largo proceso de averiguación, siempre me senti débil y desgastado con tantos y tantos hallazgo de robos y fraudes. En el instante en que decid perdonar, una fuerza vital inenarrable volvió; fluir a través de mí y mis conferencias mostrara un avance impresionante. Sin que nadie supiera compré un ramo de rosas blancas y las envié a su casa sin tener forma de confirmar que le hubieran llegado, eso tampoco me importaba. Recuerdo que cerré mis ojos abrazando esas rosas, se me sa lieron algunas lágrimas al tiempo que mi mente SI preguntaba en silencio «¿Por qué lo hiciste? Bue no, ya pasó. Donde quiera que estés, que mi amo fraternal te acompañe», y las envié.

 Como por arte de magia empecé generar dinero en cantidades nunca antes soña das. El dinero llegaba a mí en carretadas. Juro que nunca en mi vida había ganado tanto dinero como después de aquel evento. Desde ese día empecé escribir también con mayor fluidez. Increíble mente para lo que estaba a la vista de cualquie administrador, la empresa en bancarota que m dejó, le di la vuelta a la situación y empecé a tene abundancia total en cuestión de pocos meses. Increíble, pero así sucedió. Sucedió desde el instante en que decidí perdonar. Mi alma se elevó y alcanzó a ver que la justicia no existe, lo único que existe es el amor para ayudamos a perdonar cualquier injusticia por grande que sea. Eso viví. Así decidí terminar esa historia. Y si es que existiera la justicia, también me queda claro que no está en manos del hombre, sino en la energía del universo -llámala Dios- que siempre pone todo en su lugar. Años, varios años después de este aquel suceso, me seguí enterando de fraudes y robos que cometió en otras empresas que lo llevaron a la carcel. El destino lo atrapó. Yo no. Yo elegí la paz.

•        Querer dar lecciones de vida mediante reprimendas. Ésta es otra droga para el ego. Se hace adicto. Muchos de nosotros aprendimos de niños que «la letra con sangre entra». Personas que quieren motivar mediante la amenaza, sobre todo cuando ya hay antecedentes de que se hizo algo mal. El deseo de dar «lecciones inolvidables» mediante reprimendas no es más que el ego actuando a todo su esplendor. AquÍ recuerdo la sabiduría de Jesucristo cuando dijo: «El que esté libre de culpa que arroje la primera piedra». Y los primeros que se retiraron fueron los más ancianos. Saber que todos hemos cometido equivocaciones, y quizá muy graves (me incluyo), sólo nos debería servir para sentimos más unidos con nuestros semejantes, tan semejantes que en eso nos parecemos. En mi experiencia, este tipo de lecciones bajo amenaza nunca resultó en un cambio verdadero sino momentáneo y muy superficial.

Soy un ser humano común y corriente, con los graves (o no) problemas que cualquiera puede tener en determinados momentos de su camino; con las lecciones de vida que se nos ofrecen para que terminen irremediablemente en crecimiento, en avance. Todo lo que he vivido, absolutamente todo, todo me ha llevado hasta aquí. Y si hoy estoy tan extraordinariamente bien, tan en paz y en armonía, tan pleno y feliz, es porque todo mi pasado fue una bendición que me trajo hasta aquí. Lo bendigo otras mil veces entonces~ Es increíble ver cómo cuando uno se rinde y deja que las cosas pasen en el orden que están predestinadas a suceder, entonces uno asciende. Cuando una persona que no sabe nadar cae al agua, siempre se hunde por la lucha incesante de salir a flote, pero cuando a un cadáver se le echa al agua, siempre sale, flota, porque no lucha. Me tardé años en darme cuenta de esto. Lo único que te puedo decir es que cuando llegas a una etapa en donde tu perdón es incluso antecedente a que alguien te haga algo, ya está perdonado, cuando sigues más adelante, te das cuenta de que no hay nada que perdonar. Si has de perdonar es porque primero acusaste (algo que le encanta al ego). Si dejas de acusar y de buscar culpables, pase lo que pase, irónicamente desaparece toda necesidad de perdonar. Ahí sí ya te liberaste aún más. Quiero compartir contigo algunas ideas que nos ayudarán en esto. Son algunas …

Sugerencias para evolucionar pasando aliado de la luz

•        Aprende a estar solo en el aquí y en el ahora. Te puedo garantizar con todo el peso de la experiencia que si sientes algún deseo de venganza por odio o rencor, esto sólo te sucede porque tu mente está en el momento pasado y te fuiste del ahora. Siempre pasa así. Perdonar es un efecto instantáneo y sin el más mínimo esfuerzo cuando todo tu ser está concentrado en el aquí y en el ahora. Recuerda algún ejemplo de cuando te sentías atrapado por la oscu-ridad en el odio y rencor, pero luego al tener que ir a trabajar o a hacer alguna compra o salir durante breves momentos olvidabas el percance. ¿Cómo te sentías en esos breves momentos? Bien. Muy bien. Pero quizá duraban poco porque luego de sentirte tan bien, otra vez tu ego se regocijaba regresándote al pasado y te acordabas. Concéntrate en el aquí y en el ahora. ¿Cómo? Hay muchas formas, una de ellas es meditar. Toma un curso de meditación o yoga, te va a servir. Y si quieres ir más allá, te diré una verdad muy fuerte (que tu ego nunca aceptará por supuesto): Lo único que realmente existe es lo que te está pasando aquí y ahora, si no está pasando aquí y ahora entonces es falso, y si nada falso existe es imposible que te vayas del aquí. Por eso, sabiamente, el ego es tu yo «falso». Si lo alcanzas a ver, no existe más que en tu mente. Por eso, mi invitación a que experimentes el verdadero éxito en la vida, donde te alcanzas a dar cuenta de esta gran verdad. Sólo existe el aquí y el ahora, y ahí siempre te encuentras con Dios. Tu ego hará todo lo imposible para que no lo conozcas. Y o te recomiendo que lo conozcas. Una vez que tengas la experiencia, comprenderás a todos los autores que decimos que ya no querrás salir de ahí. Uno se queda cautivado ante tanta luz. Y a no hay nada más que buscar. Ya encontraste el origen de vuelta y entonces la vuelta se acabó.

•        Aprende a tener conciencia de a dónde enfocas tú energía. Mientras más cultives la actitud del observador sobre ti mismo, más espiritualidad lograrás experimentar. Acuérdate que el espíritu no necesita nada. Está en paz. Sólo observa. Atrápate en momentos donde quizá tengas incipientes rasgos de odio y rencor, atrápate en ese misme instante mediante el ejercicio de hacer conciencia del lugar a donde enfocas tu energía en todo momento. Muchas veces bastará con esto para darte cuenta del absurdo y, por consecuencia, dejarle pasar. Te juro que es fácil, más de lo que te lo imaginas. Sólo hay que hacer conciencia de lo que uno elige ver y no tan sólo dedicarse a ver.

•        Convive con gente que ya haya avanzado en el ca mino que quieres recorrer. Si en verdad tu carazón te dicta un deseo de amar y perdonar como su sublime manifestación, para los principiantes en este apasionante camino les será extremadamente útil alejarse momentáneamente .de personas que vivan de fomentar el ego. Elimina de tu vida abogados o gente que gane dinero mediante la creación o mantenimiento de un conflicto. Mientras creces espiritualmente, al inicio es muy útil esta estrategia. Ya llegará el momento en donde tu crecimiento sea tal que puedas convivir con ellos y no haya manera de que te atrape su frecuencia vibratoria, donde incluso tú los podrás cambiar a ellos si a ellos también ya les llegó su momento del despertar. Llegará el momento en donde con todo amor, en tu interior, te preguntes para qué existen ese tipo de disciplinas que defienden a ciertas personas de otras. Llegará el momento en donde siempre pienses en «nosotros» y no en «yo». Para que ese momento se acerque, procura convivir con personas que te inspiren paz. Pronto notarás que al principio te llamaba la atención la gente con la imagen del éxito, para que luego te llamen la atención las personas que inspiran paz y tranquilidad independientemente de su imagen. Bríndales tu amistad y te puedo apostar que la acogerán amablemente. Únete con aquellos que te enseñarán luego a unirte con todos.

•        Practica. Es sabio y ancestral aquel consejo que predica que la madre de toda habilidad es la práctica. Pues lo mismo sucede con tu capacidad de perdonar. Perdona, perdona y perdona. Verás que cada vez te costará menos trabajo. ¡Claro, es la práctica! Cada vez que surgen problemas (opciones de mejora), me viene a la cabeza lo que me dice mi hermano: «¡Caray! Aquí ya parece que estamos de a tiro por viaje!». Es increíble que incluso en esta etapa de mi vida hubo alguien en mi despacho que usó su imagen para mentir y para usar Internet en forma indecente en la oficina. Alguien que abusó de la confianza y dañó un poco a la empresa. Hoy, tanto tiempo y práctica después, no me quedó de otra más que reírme. Es increíble cómo hace años me hubiera molestado y tentado el ego para hacer «justicia», mientras que hoy nos dio un ataque de risa, él se fue y nosotros continuamos por nuestro camino, el del verdadero éxito en la vida. Con la práctica aprendes que la facilidad para perdonar no está en relación inversa a la magnitud del daño o la ofensa, sino en relación directa con el tamaño de tu corazón.

La madre Teresa de Calcuta alguna vez dijo: «La alegría más profunda del corazón es como un imán que se-ñala el camino de la vida. Uno debe seguido, aunque se entre en una senda plagada de dificultades». Estoy de acuerdo. Cuando mi corazón me ha mostrado la dirección a seguir mediante el perdón, aunque el camino a transitar esté lleno de ciertas dificultades, en esencia lo que se experimenta es una gran alegría de saber que uno va en la dirección adecuada, guiado por nuestro verdadero yo, por nuestro espíritu, ¡caray!, hasta las aparentes dificultades se desvanecen ante la visión de nuestro verdadero ser.

Es tan importante prepararse a perdonar mediante el magnetismo de nuestro corazón que si no se prevée puede seguir creciendo el ego. Si has llegado hasta este punto de tu lectura, te vuelvo a felicitar. Mi corazón está contigo y el tuyo en mí. Fue necesario y útil reflexionar en lo que te compartí aquí porque muy posiblemente encontraste un poco de luz al abrir la puerta de este apartado del libro. Cada vez que leas un libro o algún artículo sobre el perdón, comprende que quizá se te está preparando para alguna prueba. ¿Por qué te digo esto? Porque si eres como la mayoría de nosotros, humanos comunes y corrientes, te podrás dar cuenta de que cuando uno lee este tipo de recomendaciones del perdón, casi siempre mientras haces tu lectura te encuentras con cierta paz y básicamente bien, uno asiente en algunos conceptos, subrayas quizás algunos otros, y posiblemente termines aprobando varias ideas. Pero cuando uno vive un momento de coraje u odio, en plena discusión y daño, en el mismísimo momento del grave problema de discordia, algunas veces ni se acuerda uno de1libro y mucho menos de lo que se subrayó. Tengo la ilusión de que la energía con que se está escribiendo este libro sí llegue a ti, y aunque no recuerdes los conceptos exactos, fácilmente podrás recurrir a tu yo superior, a tu espíritu, a lo que realmente eres, y prometo que experimentarás una calma que nunca antes habías sentido en medio de un conflicto. Basta que te imagines un haz de luz intensamente blanquiazul ba-ñándote en todo momento para que tu frecuencia vibratoria haga que el perdón sea tu respuesta automática y prácticamente inconsciente ante cualquier desacato.

Alimenta tu luz con más luz cada vez y te sorprenderás de los resultados. Toma esta frase como metáfora o literalmente, de cualquier modo funciona. Mediante tu perdón irradias luz. Con luz el perdón es automático. El Círculo virtuoso se cierra.

Me encanta la afirmación que Ralph Waldo Emerson expresó cuando dijo: «No hay un objeto tan feo que la luz intensa no lo haga bello». Pruébalo y admírate de esta gran verdad. Quizá si busco alguna analogía con las palabras de este gran pensador, te podría decir que no hay circunstancia tan provocativa que el perdón más sincero no la desvanezca.

Ya estamos preparados para aceptar que el último paso sea, totalmente, pasar al último capítulo de esta serie: “De la maldad a la bondad.”